La mala educación (II)

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Todos conocemos a alguien que se dedica a la docencia, y salvo excepciones vocacionales, en la mayoría de los casos el asunto se reduce a tener un trabajo privilegiado, con unos horarios fantásticos, unas vacaciones fabulosas, en definitiva, unas condiciones más ventajosas que las de cualquier otro sector. Estas consideraciones siempre generan polémica y cuando se manifiestan públicamente en foros íntimos con amigos funcionarios docentes, donde siempre sale el soniquete, que no se gana tanto, pero no contemplan que la gran mayoría dan clases particulares en academias, y muchos más, colaboran con editoriales.

A todo lo anterior, debemos añadir una enseñanza inapropiada en cuestiones tan fundamentales como los idiomas. Nunca he comprendido como para su enseñanza, en particular inglés, los profesores nunca son nativos. Por supuesto, si quieres que tus hijos aprendan inglés debes pagar clases particulares en academias y mucho ojo, porque incluso éstas, muchas veces sus tutores no son nativos. Es vergonzoso pero conozco a profesores de inglés en primaria y secundaria en la Comunidad de Madrid (donde nos jactamos de tener colegios blinigües) que son incapaces de comunicarse en inglés. Sorprendente pero cierto.

En bachillerato, más de lo mismo, y en la universidad, qué decir, la enseñanza de idiomas es testimonial, puro trámite. En definitiva, nos encontramos con una población con una exquisita formación en lo teórico pero en lo práctico, aquello que por ejemplo resulta de suma utilidad para favorecer por ejemplo la internacionalización de las empresas, nos encontramos con el atavismo idiomático, que inevitablemente, es un óbice difícil de soslayar cuando se intenta explorar nuevas oportunidades de negocio en mercados extranjeros.

Natural, que en un país como el nuestro donde a nuestra desconfianza innata se unen carencias idiomáticas tan palmarias, la pretensión de acometer ambiciosos proyectos de internacionalización, en particular por parte de las pymes, se vean limitados, en gran parte, por la impotencia de tener un comunicación que nos permita estar en un estatus de igualdad con quienes estamos negociando en el extranjero.

Lo que más me sorprende, es que las instituciones públicas tienen bien claro el camino a seguir, pues ya lo aplican en instituciones educativas como la Escuela de Organización Industrial, dependiente del Ministerio de industria. El claustro docente está formado por profesionales que compaginan la actividad docente con su actividad profesional, sin pasar por alto el factor idiomático, parte de sus programas se imparten exclusivamente en inglés.

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