Javier Ruiz
La Seguridad Social prevé un aumento cercano al 42 % en la recaudación procedente de los salarios más altos a partir de 2026. El dato ha reabierto el debate sobre el impacto de las cotizaciones sociales en las empresas y, en especial, en las pymes con perfiles cualificados, donde el coste laboral tiene un peso determinante, y donde el próximo año se debatirá, de nuevo, una subida del SMI.
Conviene matizar el titular: no se trata de una subida directa del 42 % en las cotizaciones individuales, sino del efecto agregado de varias medidas ya aprobadas. Comprender este matiz es clave para valorar su impacto real en los costes empresariales.
De dónde sale este 42 %
El incremento de la recaudación responde a la acumulación de cambios estructurales en el sistema. Por un lado, el destope progresivo de la base máxima de cotización, incluido en la reforma de las pensiones, hace que una parte cada vez mayor de los salarios altos pase a cotizar. Por otro lado, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) añade un recargo adicional que se irá incrementando de forma gradual.
El resultado es que, sin un aumento brusco de tipos, la aportación total asociada a los sueldos más altos crece con fuerza. Este planteamiento figura en la documentación del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y en la normativa publicada en el BOE sobre bases y tipos de cotización:
Cabe destacar que el impacto no es generalizado, sino que afectará, en esencia, a empresas con trabajadores cuyos salarios se sitúan en torno a la base máxima de cotización o la superan. En la práctica, esto pone el foco en pymes con pocos empleados, pero sueldos elevados, como consultoras, ingenierías, despachos profesionales o empresas tecnológicas.
Mayor coste por trabajador
Desde la perspectiva empresarial, el cambio se traduce en un mayor coste total por trabajador, incluso con salarios brutos estables. Parte del incremento recae sobre la empresa y parte sobre el empleado, pero el efecto final es una presión adicional sobre los costes laborales.
En pocas palabras, el coste puede aumentar, aunque la plantilla no crezca: mantener el mismo equipo con salarios altos será, año a año, más caro en términos de cotizaciones, lo que obliga a recalcular presupuestos y márgenes.
Este ajuste llega en un momento en el que muchas pymes todavía están absorbiendo el impacto de subidas previas de cotizaciones y del salario mínimo, lo que complica la planificación financiera, especialmente en sectores intensivos en talento. Diversos análisis han advertido de que la acumulación de cambios en los costes laborales, más que una medida aislada, es lo que está tensionando los márgenes de pequeñas y medianas empresas.
A diferencia de otras decisiones de corto recorrido, el aumento de la recaudación ligado a los salarios más altos responde a una senda conocida y progresiva, que ya se definía en la reforma de las pensiones.
Para las pymes, la clave no está en el debate político, sino en anticipar estos cambios en la planificación a medio plazo: revisar estructuras salariales, calcular el coste real de nuevas contrataciones cualificadas y asumir que el impacto de las cotizaciones será acumulativo en los próximos ejercicios.
El refuerzo de los ingresos de la Seguridad Social es uno de los pilares del nuevo modelo de pensiones y todo apunta a que las cotizaciones asociadas a los salarios más altos seguirán ganando peso en los próximos años.
Para muchas pymes, entender bien de dónde sale ese 42 % y cómo se traslada al día a día del negocio será clave para tomar decisiones informadas en 2026, en un contexto de costes laborales crecientes y márgenes cada vez más ajustados.
Foto: Flickr
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