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El Gobierno abre la negociación del SMI de 2026. Podría subir entre un 3 y un 5 % y no son buenas noticias para todas las pymes

El Gobierno Abre La Negociacion Del Smi De 2026 Podria Subir Entre Un 3 Y Un 5 Y No Son Buenas Noticias Para Todas Las Pymes
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Javier Ruiz

El Ministerio de Trabajo ha convocado a sindicatos y organizaciones empresariales para iniciar la negociación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de 2026, un proceso que vuelve a situar el foco en el equilibrio entre mejora salarial y sostenibilidad empresarial, especialmente en el caso de las pymes.

El debate llega tras varios años de subidas consecutivas del salario mínimo, que han elevado el SMI desde los 735 euros mensuales de 2018 hasta los 1.134 euros actuales en 14 pagas, un incremento acumulado superior al 50 % en apenas seis años.

Las cifras que están sobre la mesa

Si bien la negociación acaba de arrancar, el informe de expertos que sirve de base al diálogo social ya apunta a varios escenarios de subida. Las horquillas planteadas sitúan el SMI de 2026 entre 1.220 y 1.240 euros mensuales en 14 pagas, lo que supondría un incremento aproximado de entre el 3 % y el 5 % respecto al nivel actual.

El objetivo del Ejecutivo es seguir acercando el salario mínimo al 60 % del salario medio, una referencia recogida en la Carta Social Europea y asumida como compromiso político en esta legislatura.

Uno de los puntos clave aún sin resolver es si el SMI volverá a quedar exento de tributación en el IRPF, una decisión que condiciona el impacto real de la subida en el salario neto de los trabajadores y que genera incertidumbre tanto en empleados como en empresas.

Más allá del salario

Para las pymes, el impacto del SMI no se limita al salario bruto que percibe el trabajador. Cada incremento del salario mínimo arrastra un aumento automático de las cotizaciones sociales, elevando el coste total por empleado.

En términos aproximados, una subida de 50 euros mensuales en el SMI puede traducirse en entre 70 y 80 euros adicionales al mes por trabajador cuando se incluyen las cotizaciones empresariales. En negocios con plantillas amplias o con varios empleados referenciados al salario mínimo, el efecto acumulado es significativo.

Este impacto es muy sensible en sectores intensivos en mano de obra, donde el margen de ajuste es reducido y el coste laboral representa una parte elevada del gasto total.

De este modo, el efecto del SMI y sus incrementos no es homogéneo en todo el tejido productivo. Las pymes más expuestas suelen concentrarse en comercio minorista y hostelería, limpieza, cuidados y servicios auxiliares, así como en zonas con salarios medios más bajos, donde el SMI actúa como salario de referencia para una mayor proporción de trabajadores.

En estos casos, las subidas del salario mínimo suelen trasladarse, al menos en parte, a los precios, reducción de márgenes, ajustes de jornada o menor capacidad de inversión.

El debate de fondo: salarios, costes y productividad

Desde el Gobierno y los sindicatos se defiende que el aumento del SMI ha contribuido a mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores sin provocar una destrucción significativa de empleo.

Desde el ámbito empresarial, en cambio, se insiste en que el problema no es la mejora salarial en sí, sino su desconexión con la productividad y la acumulación de costes laborales y regulatorios, como se ha analizado en este medio anteriormente.

Para muchas pymes, el reto no es pagar mejores salarios, sino hacerlo en un contexto donde los márgenes son cada vez más estrechos y la capacidad de absorber nuevos incrementos es limitada.

La negociación del SMI de 2026 se desarrollará previsiblemente durante las próximas semanas. Aunque la cifra final aún no está cerrada, el escenario apunta a una nueva subida del salario mínimo, con impacto directo en los costes laborales desde el inicio del próximo año.

Para las pymes, anticipar escenarios, revisar estructuras salariales y evaluar el impacto real del incremento será clave para evitar ajustes improvisados cuando se cierre el acuerdo. No obstante, el debate de la baja productividad, el SMI y las horas de trabajo apunta a que seguirá vigente en el próximo ejercicio fiscal.

 

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