¿Y si comportarte como un niño te sirviese para mejorar tu red de contactos?

¿Y si comportarte como un niño te sirviese para mejorar tu red de contactos?
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Las redes sociales se han convertido en un mecanismo fundamental para mantener una red de contactos viva. Quién no ha conseguido recuperar una vieja amistad gracias a Facebook, obtenido un reconocimiento social gracias a Twitter, acabar siendo todo un influencer en Instagram o incluso encontrado un trabajo gracias a LinkedIn. No hay duda que tu red de contactos es la mejor aliada para obtener éxito en el ámbito laboral y social.

Sin embargo, mucha gente todavía no tiene claro cómo utilizar las redes sociales para desarrollarse personal y profesionalmente. Si bien cada una de ellas está enfocada a un público y un ámbito totalmente diferente, lo cierto es que todas ellas tienen algo en común: recordar a tus contactos que todavía estás ahí es más sencillo de lo que parece.

Llamar la atención de una persona nunca fue tan fácil: un "Me gusta" en una publicación de Facebook, un Like en una foto de Instagram, un Retuit en Twitter o reconocido las habilidades de alguien en Linkedin. Un gesto sencillo y aparentemente irrelevante que sin embargo desencadena una serie de sentimientos entre quien lo recibe.

No en vano, las redes sociales se sustentan en la idea del pinging social, es decir, en la necesidad que tienen las personas de mantener el contacto social con el resto. Y cada vez es más habitual hacerlo no solo con personas que conocemos, sino con personas desconocidas con las que compartimos algún interés personal o profesional que nos sirva a ambos para avanzar en nuestras carreras.

De hecho, esta forma de contacto se basa en las interacciones que tienen a diario los niños en el parque, en la guardería o en la escuela. Sin conocerse de nada, son capaces de conectar entre ellos de una forma muy sencilla. Observando el juego de los más pequeños durante un rato, uno puede llegar a ver ese modo de relacionarse: un niño corre, toca a otro en el hombro, choca contra un tercero, ayuda a un cuarto a subirse al columpio y en ocasiones incluso acaba por morder a un quinto.

Para nosotros, los adultos, mantener este tipo de relaciones nos ayudará a desarrollarnos personal y profesionalmente en el futuro.

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