Hacer bien tu trabajo compensa doblemente

Hacer bien tu trabajo compensa doblemente
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En el contexto de estos últimos años, ver a una persona disfrutar de su trabajo es un lujo. No me refiero a que tenga que dar las gracias cada mañana cuando suena el despertador. Simplemente mantiene su puesto laboral, lo cual, al igual que el desempleo requiere de esfuerzo y de una personalidad fuerte.

No hay nada que explique mejor un tema que contar una historia. Tengo una conocida que se está sacando el carnet de conducir. Probó en otra autoescuela antes, ¿la razón? Se la recomendaron. ¿Mereció la pena? No. La persona que le daba las clases no le transmitía ese arrojo que necesitaba para ganar confianza. Ahora dice que mira a su nueva profesora,cuando no tiene los ojos puestos en la carretera, y piensa que el hecho de que ella haga bien su trabajo compensa doblemente.

¿Qué nos atrae de una persona cuando ofrece un bien o servicio? Me refiero a cuando trabaja de cara al público, obviamente. ¿Su simpatía? ¿Su eficacia? ¿Su empatía? Quizás una buena mezcla de estos tres ingredientes y alguno más sería perfecto.

Esta profesora, según me cuentan no sólo lo pasa en grande en su trabajo, sino que consigue contagiar al nervioso, novato y normalmente torpe alumno que lleva a su lado su confianza. Y no es un alumno, en realidad son varios a los que tiene que enseñar cada día, cada semana y cada mes.

Se trata de hombres y mujeres de distintas edades, diferentes habilidades y con más o menos calma a la hora de coger el volante.

Cuando tu trabajo te gusta, los alumnos no son sólo clientes, son personas y un reto. Tu reto. En el caso de esta mujer, es el de que todos aprendan la importancia de conducir con eficacia. No le vale eso de "dar clases para aprobar el examen", tiene muy interiorizada su profesión y lo que implica su trabajo. No obstante, ya me han llegado varios comentarios sobre la facilidad que tiene para dar una instrucción mientras al minuto siguiente te saca una sonrisa.

Aunque al finalizar el día esté más agotada de lo normal, o a veces quiera huir de este planeta por el cansancio mental y físico, lo cierto es que puede dormir tranquila por la parte que le corresponde, y con un añadido: una serie de personas que son algo más que clientes satisfechos.

Son también personas agradecidas por la profesionalidad como por ese grado de empatía que tanto escasea y a la vez tanto motiva al afrontar una clase de este tipo, porque señores, el carnet de conducir no es una cuestión baladí.

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