El tiempo vale dinero, no permitas que tus clientes lo desprecien

El tiempo vale dinero, no permitas que tus clientes lo desprecien
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Una de las cuestiones que muchas veces se pasa por alto es el tiempo que nos hacen perder los clientes. Citas a las que llegan tarde, quedamos con ellos y luego nos hacen esperar porque están reunidos o atendiendo a otras empresas, etc. Y al final parece que porque pagan tienen que disponer de nuestro tiempo cuando a ellos les vaya bien. Pero el tiempo vale dinero y no podemos permitir que los clientes lo desprecien.

Seguro que os ha pasado en algún momento, quedar y luego tener que estar esperando porque nuestro cliente está muy ocupado. Y generalmente cuando esto ocurre luego son de los que nos aprietan para que acabemos para ayer el encargo que nos acaban de hacer. Tal vez si no hubiéramos perdido el tiempo esperando podríamos tenerlo listo antes.

Porque en muchos casos además nos han presionado para ponerse por delante de otros clientes en nuestra lista de prioridades porque lo necesitan para ya. Y luego no es así, no están preparados para poner en marcha lo que nos están pidiendo, hay otras empresas o trabajos de los que dependemos que no están terminados, etc.

Y en muchos casos nos piden que volvamos otro día, que lo retrasemos que cambiemos la planificación, etc. Y el problema es que ya lo hemos hecho precisamente porque ellos nos pidieron que les diéramos prioridad. Al final es un problema de falta de respeto por el trabajo de los demás. Pero si además afecta a otros clientes el problema puede ser mayor.

Porque no se trata solo del número de horas perdidas esperando por este cliente, sino el coste de oportunidad que pagamos. Mientras que estamos enredado con él, no podemos coger otro trabajo ni comprometernos. Si nos coge en un momento de poco trabajo no será tanto problema, pero si es en un momento de acumulación de tareas nos genera un estrés adicional que en muchos casos no compensa la facturación que hacemos.

Porque el problema para muchos clientes piensan que somos parte de su organización, que iremos cuando ellos nos digan, como si fuéramos sus empleados. Ni se les pasa por la cabeza que aunque paguen tienen que acordar un calendario para ejecutar los trabajos. Y al final se acaba por establecer en muchos casos una relación tóxica.

Imagen | zoe pappas

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