
En España, el mercado laboral se mueve. Sin embargo, ese dinamismo no siempre es sinónimo de mejora. Según datos del Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo, elaborado por Fedea y BBVA Research, 3,4 millones de personas cambiaron de situación laboral cada trimestre en 2024. Una cifra sin precedentes que nos obliga a preguntarnos si se está creando empleo o moviéndonos entre puestos sin estabilidad.
Los datos macroeconómicos son claros: la tasa de paro ha bajado, pero a costa de una mayor rotación laboral y cambios frecuentes de empresa, donde se suman renuncias voluntarias y rotaciones de personal.
Un mercado en constante cambio
Esta movilidad puede responder a finalizaciones de contratos, rotación entre empleos de corta duración, o incluso incorporaciones parciales con posterior salida. En la práctica, significa que un porcentaje muy elevado de la población activa no logra consolidarse en un puesto de forma continuada, lo que tiene efectos acumulativos a largo plazo.
Según el mismo informe, el 11,4 % de la población entre 20 y 59 años cambió de situación laboral cada trimestre. Por sí mismo, esto no señala destrucción de empleo, pero sí una rotación extrema de los perfiles laborales, que se ha asociado tanto a la temporalidad como a la precariedad e insatisfacción creciente entre profesionales.
2024 fue el año con más dimisiones voluntarias jamás registradas en España, con más de 2,88 millones de bajas de afiliación causadas por decisión del propio trabajador. Un fenómeno que recuerda a la “gran renuncia” en Estados Unidos, pero que tiene tintes propios: hartazgo, estancamiento y precariedad estructural.
Para muchos empleados, esta movilidad se entiende como una falta de alternativas. La rotación continua impide consolidar derechos laborales como la antigüedad, dificulta el acceso a la vivienda, interrumpe procesos de formación interna y erosiona cualquier expectativa de futuro.
Incluso en sectores con contratos indefinidos —como está ocurriendo con los fijos discontinuos tras la reforma laboral de 2021—, la discontinuidad real de ingresos, la incertidumbre y la escasa vinculación con los proyectos siguen generando una inestabilidad permanente.
Para las pequeñas y medianas empresas, esta inestabilidad también representa un reto operativo y estratégico. Los costes ocultos de la rotación incluyen la pérdida de talento formado, la inversión recurrente en procesos de onboarding, y la dificultad para planificar a medio plazo.
Sectores como la hostelería, el comercio o la logística —ya habituados a una alta rotación— reportan ahora mayores problemas para fidelizar equipos, lo que afecta directamente a la calidad del servicio y al clima laboral. Según el portal de empleo InfoJobs, el 27 % de las empresas en España declararon un aumento en la rotación de empleados en 2024.
A esto se suma un marco normativo más complejo, con figuras como los contratos fijos discontinuos, que obligan a revisar continuamente calendarios, derechos laborales y cotizaciones. En paralelo, se normaliza una cultura de paso rápido, donde tanto empresas como trabajadores operan sin compromiso mutuo real, lo que complica la construcción de relaciones estables y sostenibles en el tiempo.
¿Está funcionando el modelo?
La reforma laboral de 2021 ha reducido ciertos abusos de la contratación temporal, pero también ha generado formas contractuales intermedias que no siempre aportan estabilidad real.
En muchos casos, los contratos fijos discontinuos o de duración determinada siguen dominando el mercado, y las condiciones de trabajo no han mejorado sustancialmente para un número notable de trabajadores.
España crea empleo, pero no siempre crea empleo estable.El récord de movilidad laboral es un síntoma de transformación, sí, pero también una alerta: si los contratos se multiplican, pero no se estabilizan,los efectos sobre el bienestar y la productividad seguirán siendo limitados.
Para que el mercado laboral español funcione como palanca de desarrollo —y no como el típico carrusel, con entradas y salidas—, es necesario situar la estabilidad y la calidad del empleo en el centro del debate. No solo desde la legislación, sino también desde las dinámicas internas de las empresas y las políticas de apoyo a las pymes.