
El tejido laboral está cambiando. Por lo menos, en lo que respecta a los autónomos españoles. Según datos recientes de la Seguridad Social, miles de trabajadores por cuenta propia han abandonado sectores como el comercio o el transporte para reinventarse en ámbitos como la educación, las comunicaciones o la salud.
Hay más autónomos, pero trabajan de cosas que nada tienen que ver con hace una década. A primera vista, parece una buena noticia: los profesionales se reinventan, buscan salidas más rentables o acordes con las nuevas demandas. Sin embargo, los expertos advierten que detrás de este fenómeno hay más necesidad que oportunidad.
Cambios de sector
La pandemia, la inflación y el encarecimiento del combustible han dejado huella. Solo entre 2021 y 2024, se han perdido más de 70.000 autónomos en el sector del transporte y casi 60.000 en el comercio.
Por el contrario, los sectores emergentes como la educación (+20.000) o las actividades profesionales, científicas y técnicas (+35.000) han sumado nuevos trabajadores por cuenta propia. El problema no es el cambio en sí, sino lo que lo motiva.
Lorenzo Amor, presidente de la ATA, señalaba que no estamos viendo un trasvase por vocación, sino por supervivencia. La gente deja sectores inviables porque ya no dan para vivir. En declaraciones a El País, lo resumía de la siguiente manera: "Tenemos que echar más horas que un reloj."
De igual modo, el auge de la formación online, el marketing digital o la consultoría ha abierto vías de autoempleo de bajo coste de entrada. Bastan una conexión a internet y un portátil para empezar. Sin embargo, como era previsible, esta aparente facilidad tiene su reverso: alta competencia, bajos márgenes, tarifas a la baja y muchas horas invisibles.
En muchos casos, los nuevos autónomos solo consiguen mantenerse con múltiples fuentes de ingreso y sin poder crear una red de protección.
Hoy, para ser autónomo necesitas ser community manager, contable, vendedor, técnico… y hacerlo todo tú. Eso genera desgaste y dificulta la sostenibilidad del proyecto, como se percibe por el envejecimiento del colectivo de trabajadores por cuenta propia, como señala la UPTA, y la tendencia a empleos públicos.
Una transición... sin planes
Este éxodo silencioso de profesionales refleja una falta de políticas activas de reconversión. Muchos de los sectores en declive siguen sin alternativas viables ni apoyo público para adaptarse.
A grandes rasgos, la pérdida de empleo en el comercio y el transporte no ha ensombrecido el crecimiento en el número de afiliados (15.433 personas más en 2025), que se reparten en información y comunicaciones, educación, construcción, actividades profesionales y científico-técnicas e inmobiliarias.
También crecen más las comunidades mediterráneas y andaluzas, como Baleares, Valencia, Alicante, Sevilla o Cáceres, las mujeres y los rangos de edad de mayores de 64 años o jóvenes (16 a 19 años).
El aumento de autónomos entre los mayores de 64 años se explica en parte por la jubilación activa y la necesidad de complementar pensiones bajas, mientras que entre los jóvenes de 16 a 19 años responde al auge del emprendimiento digital, la dificultad para acceder a empleo asalariado y las facilidades fiscales para nuevos autónomos.
Mientras tanto, sectores fundamentales como el transporte o el comercio minorista —que sostienen parte del sistema productivo— quedan cada vez más debilitados. Además, la transición hacia nuevos sectores se produce sin garantías: la mayoría de los nuevos autónomos no tienen acceso a capital inicial, formación actualizada o apoyos. En lugar de una evolución planificada, lo que se vive es una carrera de fondo individual.
Así, Amor (ATA) también advierte que, a pesar del crecimiento en el número total de autónomos, las pequeñas empresas siguen perdiendo empleo, lo que ensombrece los datos positivos.
Preocupa sobremanera que el cambio de sector no implique mejores condiciones laborales ni mayor estabilidad, la pérdida de talento y la capacidad de cobertura esencial (algunos buenos ejemplos son el transporte de última milla, los comercios de barrio) y que el crecimiento en servicios y digital no se traduzca en mejores salarios o mayor seguridad.
A grandes rasgos, la economía cambia, nadie lo duda, pero la libertad del empleo autónomo, el ser tu "propio jefe", parece hoy una salida más forzosa que ayer.
Sin embargo, la celebración por reinventarse hacia otros sectores parece cojear sin un respaldo estructural, sin políticas que acompañen esa transición y sin condiciones dignas en los nuevos sectores: de nuevo, se percibe cómo se maquilla un problema. ¿El mercado premia al que se adapta o solo respeta al que sobrevive?