Hace unos días les hablé sobre el daño que el fraude fiscal hace a las empresas, llegando a un punto que requiere actuaciones contundentes para evitar que sus perniciosos efectos adicionados con unas malévolas circunstancias económicas puedan esquilmar aún más nuestro maltrecho tejido empresarial.
En los últimos meses se están escuchando muchas propuestas, algunas más sensatas y otras menos, pero todas basadas en las mismas premisas. Una de las más populares ha sido la propuesta de Pérez Rubalcaba sobre la supresión de los billetes de 500 euros, que ha resultado ser una opinión copartida en el seno del Banco Central Europeo (BCE).
De tal modo que se obligaría un poco más a los contribuyentes a realizar sus transacciones comerciales mediante movimientos bancarios, complicando un poco más el pago de facturas en efectivo. Y adicionalmente, los tenedores de billetes con este tan alto valor facial deberían convertirlos, de tal modo que sería una buena oportunidad para afloren grandes capitales que han resultado opacos, un incentivo que aunque ayudaría a la transparencia de las transacciones económicas, lo haría aún más respecto a la agencia tributaria.
En mi opinión este tipo de propuestas más que atajar el núcleo del problema me resultan 'parches desesperados' para tratar de paliar la situación. Porque creo que sería mucho más efectivo actuar por el lado de la inspección y de las sanciones, eso sí, lo suficientemente efectivas y disuasorias como para eliminar de una vez por todas los incentivos que dan lugar a esta competencia desleal, y que aunque llevan ya décadas reclamándose, no se termina de admitir que se trata de una tarea pendiente.
En Pymes y Autónomos | La economía sumergida no es una ayuda frente al paro, es un lastre empresarial
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