En los últimos meses hemos apreciado al sector exterior como la vía con la que cuentan las empresas españolas para incrementar sus resultados ante el letargo de la economía nacional en estos momentos. Y dentro de esta tarea me gustaría señalar algunos matices, para invitar a reflexionar a los gerentes de estas empresas sobre si su estrategia exportadora es la más acertada.
En concreto, me refiero a que muchos empresarios piensan que lanzar su empresa en el mercado exterior es lo mismo que vender sus productos y/o servicios en el mismo formato con el que los comercializamos en España, pero fuera de nuestras fronteras. Cuidado que con ello, no quiero decir que siempre tengamos que cambiar el formato, pero si sería muy positivo que le diésemos una vuelta realizando un pequeño análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades).
Para realizar este análisis deberíamos analizar los patrones de consumo de nuestros consumidores y clientes del país de destino, algo que no solo puede ayudarnos a vender mejor nuestro producto, sino que también, a determinar nuevas necesidades, ideando nuevas soluciones en base nuestra experiencia acumulada, que puede figurar como una importante ventaja competitiva respecto a nuestros competidores locales.
Es más, todos estos ejercicios suponen una tremenda inversión en nuestra propia empresa, ya que cuantos más mercados analicemos, y más innovemos en nuestras propias prácticas, mejor será nuestra estrategia global, más rápido y productivo nuestro desembarco en nuevos mercados, y también, nos dotará de una mayor fortaleza ante cambios en la demanda.
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