El empleado tóxico es más peligroso que nunca en un entorno de crisis de la empresa

El empleado tóxico es más peligroso que nunca en un entorno de crisis de la empresa
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En algunas ocasiones las empresas tienen que convivir con un empleado que en lugar de sumar al equipo resta. Y esto es un problema cuando todo va bien. La cosa se complica bastante cuando se producen tensiones por exceso de trabajo o por derechos que piensa que tiene adquiridos sobre sus compañeros. Pero el empleado tóxico es más peligroso más peligroso que nunca en un entorno de crisis de la empresa.

Porque aquí es cuando se pueden dar dos circunstancias. La primera es que tenga miedo, a perder su trabajo, a tener esta protección, que impiden que lo despidan de la compañía a pesar de no tener el mejor comportamiento. Y se siente amenazado y en peligro. Esta situación es un problema para sus compañeros, ya que no dudará en hacer lo necesario para que si hay que prescindir de alguien sea otro el elegido en ir al ERTE, en reducir su jornada o ser despedido.

No le importa perder el trabajo si quiebra la empresa

La segunda opción es más peligrosa todavía para la empresa, porque se siente con poder para llevarse todo por delante. Y hará todo lo que pueda para que el negocio acabe con la persiana bajada. Lo único que le importa es cobrar su indemnización, aunque sea menos de lo que espera, lo da por bueno siempre que la empresa quiebre.

Son dos casos extremos. Lo normal es que no se fuerce tanto la situación. Pero tener a un empleado tóxico sin duda se convertirá en un problema más con el que convivir. En lugar de hacer equipo, intentar que todo el mundo sume, que todos trabajen en el mismo sentido para salir adelante con la empresa hace lo contrario.

Es un problema para mantener un espíritu positivo en los equipos de trabajo

Sigue haciendo lo que mejor sabe, hablando con unos y otros, sembrando desconfianza y dudas, dejando malos entendidos que hacen que en lugar de tener un equipo más unido de trabajadores y empresa, cada uno busque sus propios intereses sin importar los demás. Aquí se siente mucho más seguro y capaz para salirse con la suya.

¿Por qué no se despide a este tipo de empleados? Muchas veces por una cuestión de poder. El empleado tóxico tiene información, que no comparte, que le hace indispensable en la empresa. Otra veces es porque su despido supone un elevado coste para la compañía. En este caso una situación como la actual le hacen dudar, porque puede perder el empleo y no llevarse la indemnización que pensaba en su cuento de La lechera.

Lo malo de toparse con alguien así es que acaba por amedrentar a una parte de la plantilla y aquellos que pueden directamente prefieren cambiar de empleo con tal de no aguantar según qué comportamientos. Porque si al estrés laboral se le suma un mal ambiente provocado por alguien con mala fe, el resultado es que la rotación de las plantillas aumenta de forma exponencial.

Imagen | RyanMcGuire en Pixabay

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