Solo veremos la magnitud del daño en las empresas cuando se levante la moratoria de los concursos de acreedores.

Solo veremos la magnitud del daño en las empresas cuando se levante la moratoria de los concursos de acreedores.
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Los datos del registro indican que aumenta el número de empresas con problemas que van a concurso de acreedores. La estadística respecto a 2020 puede estar muy distorsionada por efecto de la moratoria concursal que fue declarada por el Real Decreto-Ley 16/2020, de 28 de abril, de medidas procesales y organizativas para hacer frente al COVID-19. A través de ella se estableció la suspensión del deber de solicitar la declaración de concurso de acreedores hasta el 31 de diciembre de 2020. Posteriormente, el Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo dispuso una nueva ampliación de la moratoria concursal hasta el 31 de diciembre de 2021 (inclusive). Será en ese momento, en el primer trimestre de 2022 cuando realmente podamos calibrar la magnitud del daño en las empresas de la crisis del COVID.

A partir de esta fecha se iniciará el cómputo del plazo legal de dos meses para solicitar la declaración de concurso. Y muchas no van a tener más remedio que solicitarlo, puesto que las que fían todo su impulso a una última carta de un buen verano y un largo otoño, lo tienen complicado.

Hay sectores que no van a tener una facturación normal ni siquiera en verano. Donde las ayudas que necesitaban todavía no han llegado y a los que el nivel de deuda les ahoga. Muchas de ellas han ido a concurso voluntario para salir de una forma ordenada. Otras jugarán la última mano hasta el final esperando que la recuperación del turismo o la llegada de los fondos europeos para reactivar la economía les ayuden.

Alguna habrá que recurrirá al procedimiento del si te he visto no me acuerdo, que siempre pasa, despareciendo del mapa y dejando a muchos acreedores con cara de tontos y deudas que no podrán cobrar. El problema es que si excede de una determinada magnitud o cuantía se produce una espiral de deuda que frenará la recuperación.

El concurso no tiene que acabar necesariamente en cierre, pero la estadística dice que más del 92% de los concursos de acreedores terminan en liquidación. Por lo tanto la realidad es que tenemos a las empresas apurando hasta el final, cuando no tienen más remedio para presentar concurso.

Y esto, con la moratoria de por medio, no implica más que mucha deuda debajo de la alfombra. Veremos que pasa cuando se empiece a ventilar y se pase de concurso voluntario a obligatorio, con casi un 30% de empresas de hostelería y ocio insolventes según el Banco de España. Será el momento de ver si todo lo que se ha hecho a servido o no de algo.

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