Imaginemos una escena. Una persona entusiasmada trata de contar a otra una idea de proyecto empresarial. Es brillante y cambiará la vida de muchas personas. Sin embargo, su amigo no le comprende.
¿La razón? La falta de simplicidad a la hora de expresar una idea. No se trata de emplear un lenguaje pobre pero sí claro. Si no somos capaces de transmitir en dos frases un proyecto, que se comprenda a la primera, estaremos perdiendo la oportunidad de llegar a esa persona que podría ser nuestro mentor.