Durante años, hemos medido mal la productividad, y este dato afecta mucho más a pymes y autónomos

Pymes Y Autonomos
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Sergio Delgado

Pocas palabras generan tanto debate y, al mismo tiempo, tanta confusión como la productividad. Se sitúa en el centro de toda conversación sobre crecimiento, competitividad y bienestar económico.

Sin embargo, durante décadas hemos utilizado una metodología de cálculo que presenta serias limitaciones, y sus efectos se han notado especialmente en quienes conforman la base de nuestro tejido empresarial: las pymes y los autónomos.

Este error de medición ha tenido consecuencias no solo técnicas, sino también narrativas. Ha moldeado la forma en que interpretamos el desempeño económico, ha influido en las decisiones de política pública y ha distorsionado la percepción del valor real que aportan millones de pequeños negocios en nuestro país.

Qué es la productividad total de los factores y por qué importa

La Productividad Total de los Factores (PTF) se define como el crecimiento de la producción que no se explica por el aumento del capital o del trabajo. Es, en esencia, una medida del “saber hacer”: eficiencia, innovación, mejora organizativa, calidad institucional. Se calcula como un residuo, lo que queda después de restar la contribución de los factores tradicionales.

El problema es que durante años hemos usado una versión de la PTF extremadamente sensible a los ciclos económicos. En periodos de recesión, esta métrica caía con fuerza; en las expansiones, se disparaba. Esta volatilidad resultaba poco creíble.

El motivo estaba en cómo se medía la utilización de los factores: con categorías binarias, sin tener en cuenta matices clave como las horas trabajadas efectivamente o el porcentaje real de maquinaria en uso.

La nueva metodología cambia la perspectiva

Un grupo de investigadores —Diego Comin, Javier Quintana, Tom Schmitz y Antonella Trigari— ha propuesto una forma más precisa de calcular la Productividad Total de los Factores, corrigiendo los sesgos de los métodos anteriores.

En lugar de asumir que los factores están completamente en uso o no, incorporan encuestas de capacidad utilizada y beneficios empresariales para afinar el cálculo.

Gracias a este nuevo enfoque, se ha reestimado la evolución de la PTF española. Durante la crisis de 2008, por ejemplo, las antiguas métricas mostraban un colapso. Sin embargo, con la revisión metodológica, la productividad no solo no cayó tanto, sino que incluso habría mejorado ligeramente en algunos tramos.

Esto cambia por completo la narrativa sobre nuestra economía en los últimos quince años.

El impacto en pymes y autónomos

El principal efecto negativo de esta mala medición ha sido la invisibilidad de las mejoras reales que muchas pymes y autónomos han experimentado en su productividad.

Mientras el discurso dominante hablaba de una economía estancada y poco eficiente, muchos pequeños negocios optimizaban procesos, digitalizaban operaciones o incorporaban nuevas tecnologías sin que ello se reflejara en los indicadores agregados.

Al usar métricas que no captaban bien la evolución real de la eficiencia, se ha subestimado el valor que las pymes han generado, especialmente en sectores como el comercio, la restauración, los servicios profesionales o la artesanía.

Y esto tiene consecuencias: si la productividad es uno de los criterios para diseñar ayudas, incentivos o marcos regulatorios, los errores en su medición afectan directamente a la asignación de recursos y a la formulación de políticas.

Los autónomos, por su parte, han sido doblemente perjudicados. Por un lado, porque sus mejoras suelen ser individuales y difíciles de capturar en estadísticas macro. Por otro, porque muchos trabajan en sectores donde la informalidad o la estacionalidad distorsionan aún más los datos disponibles.

Una peluquera que automatiza su agenda y reduce los tiempos muertos, un electricista que digitaliza sus facturas o un diseñador que usa inteligencia artificial para producir más en menos tiempo, no siempre aparecen como “más productivos” en las estadísticas tradicionales.

Una nueva lectura del presente y del futuro

Los datos más recientes indican que la Productividad Total de los Factores en España ha mejorado un 6,2 % entre 2021 y 2024, una cifra que no se veía desde los inicios de este siglo.

Puede parecer modesto, pero es un cambio sustancial si consideramos que veníamos de décadas de estancamiento. Esta mejora sugiere que algo está funcionando: nuevos modelos de negocio, tecnologías emergentes, formas más ágiles de organizar el trabajo.

Esta dinámica positiva también debe ser leída con otra óptica. Si queremos mantener y consolidar este avance, es imprescindible reconocer el papel de las pymes y los autónomos en este proceso. Son ellos, sin duda, quienes más rápidamente han adoptado soluciones tecnológicas, quienes más han ajustado sus estructuras y quienes más han tenido que innovar para sobrevivir.

Imágenes | Pixabay, Pixabay

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