El auge del comercio electrónico dispara la contratación en mensajería y logística. Se acompaña de más precariedad laboral y presión sobre márgenes y costes

El Auge Del Comercio Electronico Dispara La Contratacion En Mensajeria Y Logistica Se Acompana De Mas Precariedad Laboral Y Presion Sobre Margenes Y Costes
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Javier Ruiz

 

Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), en el último año se han creado más de 65.000 puestos de trabajo en el sector del transporte y almacenamiento, convirtiendo esta actividad en aquella con mayor crecimiento interanual de todo el mercado laboral.

Detrás de este impulso está el boom del comercio electrónico y el auge de la entrega rápida, con millones de paquetes moviéndose cada día desde plataformas logísticas hasta el cliente final, y convirtiéndose en el gran motor del empleo en España.

Aumento de las contrataciones

Como recoge Emilio Sánchez para El País, el fenómeno de la precariedad laboral afecta especialmente a la conocida como “última milla”, donde pequeñas empresas y autónomos compiten por contratos con gigantes como Amazon, Seur, DHL o Glovo.

Cada paquete genera empleo, pero también presión”, resume un representante sindical del sector. La demanda no deja de aumentar, pero los márgenes se estrechan y las condiciones laborales se vuelven más y más exigentes.

En algunos segmentos, los salarios apenas superan el salario mínimo interprofesional, pese al aumento de la carga de trabajo y los costes logísticos. Mientras tanto, los periodos de ofertas como el Black Friday reflejan escasa rentabilidad para la mayoría de las compañías implicadas.

Un crecimiento desigual

De este modo, los empleos vinculados al transporte por carretera y mensajería han duplicado su ritmo de contratación respecto a la media nacional, mientras otros subsectores como el marítimo o ferroviario apenas varían.

El INE sitúa la tasa de ocupación del transporte en máximos históricos, con un 6,2 % del total de afiliados a la Seguridad Social. Sin embargo, la cara B de este fenómeno es que gran parte del empleo generado no es estable ni de calidad.

Según el Observatorio de Logística y Transporte, la rotación de los puestos de trabajo y el uso de subcontratas son elevados, especialmente en el reparto urbano: muchas empresas pequeñas actúan como intermediarias entre grandes plataformas y los repartidores, lo que fragmenta la cadena y reduce los márgenes.

“En algunos casos, el modelo de subcontratación encadena tres o cuatro niveles”, explican desde la patronal UNO Logística, “y eso encarece la operación sin mejorar las condiciones del trabajador”.

El papel de las pymes

Pese a los retos, el sector sigue ofreciendo oportunidades claras para pymes y autónomos, donde se ha comprobado un crecimiento sostenido del e-commerce (+18 % en el primer semestre, según la CNMC), la expansión de los centros de micro-fulfillment en entornos urbanos (almacenes o “hubs” cercanos al cliente), la demanda de servicios de transporte sostenible y de cercanía (motos eléctricas, triciclos, furgonetas de bajas emisiones) y el auge de la externalización logística por parte del retail y la restauración.

El problema es que las pequeñas empresas asumen gran parte del riesgo operativo: combustible, mantenimiento, seguros, contratación y penalizaciones por retrasos. En este sentido, la digitalización del transporte no ha reducido la presión sobre el pequeño operador; al contrario, la ha multiplicado.

Lo que se viene

Dentro de la Agenda 2030, el Ministerio de Transportes trabaja en una Estrategia Nacional de Reparto Urbano Sostenible (2026-2030), que incluirá zonas de bajas emisiones, límites horarios y posibles incentivos fiscales a vehículos eléctricos.

Mientras tanto, los expertos recomiendan a las pymes del sector diversificar clientes, profesionalizar la gestión y apostar por tecnología de optimización de rutas para ganar margen en un entorno de competencia feroz.

En el contexto actual, el transporte y la logística se consolidan como el corazón del empleo en España, pero también como uno de los sectores más vulnerables a la precariedad.

El desafío está en transformar ese crecimiento en estabilidad: más productividad, mejores condiciones y sostenibilidad real. La otra cara de la moneda es la prevalencia del modelo de subcontratas y la dificultad de llevar a cabo estos cambios de abajo hacia arriba: dicho de otro modo, desde las pymes hacia los grandes colosos del sector, algo que parece poco plausible. Por lo menos, sin intervención estatal y buena voluntad de los grandes grupos multinacionales dedicados.

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