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A pesar de que las cifras de empleo son francamente desfavorables y desalentadoras, también es cierto que cuando las empresas suelen incorporar a nuevo personal suele ser en el primer trimestre del año, por lo que es la fecha del año en las que más caras nuevas se dejan ver por las oficinas.

Cuando hay una nueva incorporación, y con independencia del orden jerárquico que ocupe y el departamento al que se incorpore, es inevitable que transcurra un período de asimilación y de formación tanto a la nueva posición como a la propia organización. Por tanto, es recomendable tomar en consideración este período para facilitar, en lo posible, su ingreso a la persona en cuestión.

En este proceso interviene nuestro compromiso como compañeros y colegas, ya que incomprensiblemente la mayoría de las veces se ve a las nuevas incorporaciones como amenazas para los ya establecidos y no se actúa de un modo correcto tomando como excusa la escasez de tiempo.

Por regla general, lo que se suele hacer es explicar las tareas a realizar y dejarle hacer, la reacción causa-efecto que se produce es que a los cinco minutos le tenemos de nuevo con nosotros pidiendo nuestro auxilio.

Nuestro proceso de aprendizaje se basa en la observación, por tanto, en lugar de contar como es una tarea o resolver un problema hay que mostrárselo. Dirigirle a través de cada uno de los pasos que se toman y explicándole las razones que lo justifican. Por supuesto, en este proceso de aprendizaje hay que admitir todas las cuestiones que puedan surgir e intentar dar respuesta a todas ellas de un modo lo más comprensible posible.

Por tanto, durante el proceso de formación de un nuevo compañero toma especial relevancia nuestra generosidad, porque sin ella nuestro compromiso queda en entredicho y facilitar las cosas a quien se incorpora es un beneficio común para toda la organización.

Imagen | Robert Couse-Baker En Pymes y Autónomos | Formación

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