Cuestión de actitud

Cuestión de actitud
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Siempre nos estamos quejando de nuestros políticos, por su insaciable corrupción y entender la política como un medio de vida, de los banqueros por su único deseo de especulación, en lugar de promover el desarrollo, del sistema judicial por su inoperancia y lentitud, del sistema educativo por lo obsoleto y la deficiente formación que proporciona, de los funcionarios por cómo viven, etc.

Realmente nos queda un largo camino por recorrer para poder alcanzar a los países más avanzados y desarrollados de nuestro entorno y las entidades públicas, deberían liderar este proceso. Pero no por ello, hay que obviar que es la sociedad, como conjunto, quien se ha de decidir a cambiar.

En los últimos meses hemos tenido oportunidad de conocer las medidas que otros países han venido aplicando para que no se disparase la tasa de desempleo como ha ocurrido en España. La más llamativa, la de los reducir salarios de la plantilla para tener que evitar los tan indeseados despidos.

Si en España a un empresario se le ocurriese proponer semejante planteamiento a sus trabajadores, porque necesitase reducir los gastos de personal, por ejemplo, en un 10% y para ello tuviese que reducir la retribución de toda la plantilla en 2% o, en caso contrario, despedir a dos personas, es probable que la actitud insolidaria de los propios trabajadores (compañeros) lo impidiese.

De todos modos, somos perezosos por naturaleza y cuando la situación se vuelve desfavorable, es al empresario a quien le toca explotar su creatividad y sino es suficiente, recabar ideas de sus empleados para poder superar momentos críticos y recuperar la senda de la prosperidad. Lamentablemente, la mayor parte de las veces muchos empresarios recurren al cese de negocio, o por el contrario, al despido masivo.

Imagen | Universidad de Navarra
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