Si tenemos en cuenta la renta, la presión fiscal para los españoles está entre las más altas de Europa. La no deflactación del IRPF no nos va a ayudar

Si tenemos en cuenta la renta, la presión fiscal para los españoles está entre las más altas de Europa. La no deflactación del IRPF no nos va a ayudar
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El debate sobre la presión fiscal en España es un mantra que no se olvida a la hora de enfrentar medidas económicas e ideológicas. Según varios medios, entre ellos, RTVE, la contribución fiscal española se ha reducido, de forma sostenida, a lo largo de los últimos años.

Estas cifras, claras a primera vista, parecen mantener un carácter menos positivo si las contrastamos con el nivel de renta, que indicaría que la presión fiscal real es superior en la realidad española.

Esfuerzo y fiscalidad

Por esta razón, si ajustamos el esfuerzo fiscal a las rentas españolas, la situación cambia notablemente. Dicho de otro modo, una vez colocada la carga impositiva, la lectura pone en evidencia que España está en una situación bastante desigual frente a otros vecinos europeos.

Daniel Yebra escribía para Eldiario sobre el descenso en la presión fiscal española a lo largo de varios ejercicios (hasta 4 puntos menos que la media de la eurozona: al 36,8 %) y cómo esto debería permitir subir impuestos a ricos y grandes empresas. Un planteamiento que también se defiende desde otros medios de prensa, como El Salto.

No obstante, más allá de estos últimos ejercicios, se debe tener en cuenta, como apunta Carlos Asensio para El Economista, que la presión fiscal española y de otros países de la OCDE, es más alta que la media, y está muy lejos del 33 % registrado en el año 2000. En líneas generales, ha crecido año a año en un periodo prolongado de tiempo, si bien ha bajado varios puntos en los últimos años, sobre todo, con las últimas correcciones del PIB.

Pedir a los que más tienen

Este planteamiento encajaría con el del Ejecutivo. Pedro Sánchez afirmó, en septiembre, que la intención es "gravar fiscalmente a quienes ya tienen en el banco suficiente dinero para vivir cien vidas. Lo haremos, insisto, no para perjudicar a los millonarios sino para proteger a las clases medias y trabajadoras de un sistema que continúa siendo extraordinariamente injusto”.

Todo ello, se hizo en el marco de corrección de la Contabilidad Nacional (INE), que ha sumado 77.000 millones al PIB nominal y tiene como fin mejorar las ratios económicas para presentar una situación más ventajosa ante la llegada de la actual reforma de la fiscalidad española.

Sin embargo, hay una cara B, que hallamos en la presión fiscal normativa, concepto que mide el nivel potencial de recaudación fiscal en relación con el PIB. En este caso, España ha ido incrementándola desde 2021, cuando se situaba en 112,8 puntos; 116,4 (2022); 117,2 en 2023.

Solo superada por tres de nuestros vecinos: Portugal (120,8), Francia (126) e Italia (130,4), mientras que la media de la UE y de la OCDE se mantiene entre 100,0 y 100,7, respectivamente. Esta mayor presión se explica por la tasa de desempleo y la economía sumergida, principalmente, que se traducen en un esfuerzo fiscal real muy superior, según el economista Diego Sánchez, investigador del Foro de Estudios Económicos.

Sin embargo, es importante recordar que, la presión fiscal normativa hace referencia al potencial recaudatorio, y no a la presión fiscal real o efectiva para los contribuyentes. Resulta importante matizar este punto, ya que el concepto que podría inducir a error.

La recaudación potencial y el debate fiscal

En cualquier caso, parece que el debate fiscal en España no es solo una cuestión de cifras, sino también de prioridades. Mientras algunos defienden que el país tiene margen para subir impuestos a los más ricos y grandes corporaciones, otros subrayan que, en términos relativos, los contribuyentes de rentas medias y bajas ya soportan una carga excesiva.

En este sentido, durante la legislatura, el ejecutivo de Pedro Sánchez ha aplicado 81 subidas de impuestos y cotizaciones, una línea de acción que ha denunciado públicamente en reiteradas ocasiones el Instituto Juan de Mariana, que ha tildado de populismo fiscal algunas de estas medidas recaudatorias.

La no deflactación del IRPF

Un ejemplo claro lo hemos tenido estos días de reformas, con la decisión de no deflactar el IRPF, que también traslada la gravedad de la situación a las clases medias y bajas, al no ajustar el peso del IRPF a la inflación.

Con los datos en la mano, la presión fiscal actual para los españoles está por debajo de la media europea, si bien el esfuerzo fiscal resulta entre los más elevados de la eurozona. El debate, pues, parece que debería centrarse en la carga impositiva, como el IRPF, que será un caballo de batalla en los siguientes ejercicios, como la no deflactación del impuesto parece indicar. La equidad de esta decisión queda para debate.

El reto para los próximos años será encontrar un equilibrio que permita mantener la sostenibilidad fiscal del país sin asfixiar a las rentas más vulnerables ni comprometer el crecimiento económico. Para ello, parece clave no solo analizar cifras macroeconómicas, sino también entender cómo se distribuye realmente la carga fiscal entre los distintos grupos de la sociedad. En este sentido, ya hemos comprobado que los impuestos a las rentas más altas, a la banca y las empresas energéticas, podrían ser imprescindibles.

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