Javier Ruiz
Para muchos autónomos, descansar sigue siendo un lujo. Según datos recientes, más de un tercio reconoce que no puede desconectar ni siquiera una semana por culpa de los impagos. Esto no solo se trata de una cuestión de tesorería, sino también de la incertidumbre de no saber cuándo se cobrará impacta en la salud mental, la planificación y, en consecuencia, en la productividad laboral.
Los impagos no son un problema puntual, sino estructural. Según el último Análisis del Comportamiento de Pago Empresarial, elaborado por Informa D&B, más de la mitad de las empresas que incurrieron en impagos en 2024 ya habían mostrado señales claras de riesgo un año antes. Detectar esas señales puede marcar la diferencia entre mantener la actividad o acabar en la lista de acreedores.
Los retrasos son más que un contratiempo
El estudio confirma que los retrasos prolongados en el abono de facturas son el patrón más fiable para anticipar un impago. El 52,3 % de las empresas que dejaron facturas sin pagar ya acumulaban más de 30 días de demora en los 12 meses previos, y en el 69,1 % de los casos los retrasos superaban los 90 días.
Como advierten numerosos medios, como PYMNTSo el Financial Times, cuando un cliente paga con más de 30 días de retraso, en la práctica es el proveedor quien está financiando gratis su circulante durante un mes o más, con un coste real en intereses y pérdida de liquidez.
Según un informe de SupplyChainBrain, el 86 % de las empresas tiene hasta un 30 % de ventas facturadas retrasadas, y la acumulación de impagos erosiona la liquidez y confianza.
Asimismo, hay sectores y territorios más expuestos. Los retrasos no afectan a todos por igual. El informe apunta que transporte, hostelería, agricultura y la propia Administración pública registran los mayores plazos medios de pago.
De hecho, las administraciones pagan en una media de 67 días, más del doble del plazo legal de 30 días.
Las diferencias también se notan por territorio: Ceuta, Melilla y Canarias presentan demoras muy por encima de la media, mientras que Navarra, La Rioja y País Vasco destacan por su mayor puntualidad.
Más allá de la caja
El impacto de los impagos va más allá de la tesorería. Se traduce en estrés sostenido, jornadas más largas e imposibilidad de desconectar, especialmente en vacaciones.
Los datos de Informa D&B cifran el retraso medio de cobro en España en 45 días naturales, con un coste estimado de 2.900 millones de euros al año para pymes y autónomos.
Según el Banco de España y la patronal ATA, la morosidad está detrás de uno de cada cuatro cierres empresariales. La falta de liquidez no solo ahoga la actividad, también dificulta planificar inversiones, pagar a proveedores o asegurar un mínimo descanso personal.
Qué hacer para protegerse
Si bien no siempre contamos con medidas para evitar un impago, sí se pueden reducir sus posibilidades con medidas preventivas:
- Revisar el historial de pagos de los clientes y limitar el crédito comercial
- Fijar cláusulas contractuales claras, marcando por escrito plazos de pago y penalizaciones. La Ley 3/2004 de Morosidad establece un máximo de 60 días entre empresas y 30 con administraciones, con derecho automático a intereses de demora (10,15 % en el segundo semestre de 2025) e indemnización mínima de 40 € por factura.
- Anticipos o provisiones de fondos en proyectos a medida o de alto importe.
- Factoring, confirming y seguros de crédito como herramientas para adelantar cobros o cubrir riesgos.
- Procedimiento monitorio como vía judicial rápida y de bajo coste para reclamar deudas documentadas
Además, desde 2024, Hacienda admite cualquier medio fehaciente (correo electrónico, burofax, etc.) como prueba para reclamar el IVA de facturas impagadas, siempre que no hayan pasado más de seis meses y el importe supere los 50 €.
De este modo, los impagos seguirán siendo un problema estructural para el colectivo autónomo, pero reconocer las señales tempranas y actuar con rapidez permite reducir riesgos, así como proteger la tesorería con contratos claros y medidas preventivas es clave para ser sostenible en el largo plazo.
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