Para muchas empresas y despachos que tienen en marcha su jornada de verano, tener las tardes libres les facilita la oportunidad de mejorar la formación de sus empleados. Por un lado existe una bajada de la actividad en muchos sectores en esta época del año, especialmente a partir de finales de julio.
Esto facilita que se adopten este tipo de jornadas en las que o no se trabaja durante la tarde, o no se atiende al público. De esta manera no existen tantas interrupciones y se puede dedicar estas horas a otro tipo de tareas, entre ellas la formación.
En el caso de que se adopte la jornada continua, no cabe ampliarla para dedicarla a formación. Este tipo de jornada se establece en función del cómputo de horas anuales del sector, por lo que normalmente los trabajadores no pueden ampliar horas para formación. En este caso, es la empresa la que tiene que reorganizar los horarios. Es un esfuerzo que merece la pena ya que hará que nuestros empleados mejoren sus capacidades y más competitiva a la organización.
Entrar una hora más tarde, hacer una breve pausa para comer algo ligero y dedicar un par de horas, acabando a las cuatro no supone un grave problema para los empleados, que mantienen el número de horas, entran una más tarde y acaban una antes. Tienen la tranquilidad de no alterar demasiado sus horarios y mejoran su formación.
Esto en el caso de que sea la propia empresa la que proponga la formación. Para los empleados, tienen toda la tarde libre, de manera que dedicar una hora diaria a formación, les permite hacer cursos en verano que mejoran sus capacidades y habilidades.
Mejor si se trata de cursos online, que pueden realizar en diferentes horarios, sin tener que desplazarse a un centro especializado y cómodamente desde la tranquilidad de su casa. Eso si, hay que tener la disciplina necesaria como para crear el pequeño hábito, ya que de otra manera simplemente no se llegarán a completar.
En Pymes y Autónomos | Inversión en la formación de empleados y el riesgo de que se marchen al completarla
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