El arte de la prudencia

El arte de la prudencia
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La crisis financiera de 2008 puso en tela de juicio, entre otras cosas, que la disciplina que se estaba transmitiendo en las escuelas de negocios internacionales, basadas en una visión cortoplacista de la gestión empresarial y con ciertos tintes maquiavélicos, respondiendo al principio "el fin justifica los medios" estaba produciendo efectos muy adversos en la gestión empresarial y, por supuesto, en la economía en general.

En los dos últimos años, se ha pasado a un modelo que contempla más la virtud en la gestión empresarial, entendida como metóstes. Autores clásicos, como Aristóteles, están siendo rescatados y utilizados para identificar los principios que han de dirigir la gestión empresarial. El título de esta entrada hace alusión a una de las mejores obras de uno de los mayores pensadores españoles. La obra en cuestión, “Oráculo Manual y el Arte de la Prudencia”, data del siglo XVII y el autor es el filósofo, escritor y jesuita D. Baltasar Gracián, más conocido por su obra “El Criticón” y, también, por la notable influencia que tuvo en el pensamiento filosófico del siglo XIX, como Schopenhauer, y XX, como fue el caso de Nietzsche.

Venimos de una época de excesos que ha acabado originando una profunda crisis económica de la que pocos países han conseguido salir indemnes y de la que ninguno de los países afectados ha logrado salir, por muchos brotes verdes que se empeñen en mostrarnos. Los pensadores antes mencionados, y otros muchos más, muestran en sus obras, verdades universales, algo que en la sociedad actual había quedado olvidado por completo y es que en cualquier ámbito, el individuo ha de obrar con prudencia y mesura.

El mundo empresarial no deja de ser un mero reflejo de la sociedad en el que se desarrolla por lo que tanto las virtudes como los defectos de la una quedan reflejados en la otra. Así la actividad empresarial se desarrolla dentro de un entorno cada vez más competitivo, agresivo y rápido. Esto provoca que los administradores tiendan a intentar a toda costa los reducir los plazos y los ciclos de la empresa, lo que a veces, implica asumir riesgos innecesarios actuando imprudentemente.

En la actualidad se produce una aparente paradoja, porque la rapidez con la que se producen los acontecimientos en entorno económico actual exige que los procesos de toma de decisiones sean más ágiles y rápidos, esto no es incompatible, en absoluto, con la prudencia y la cautela y, desde luego, no se ha de confundir rapidez con precipitación y, a menudo, son términos que se confunden y traen consigo indeseables consecuencias.

En Pymes y Autónomos | La responsabilidad social del empresario (I), La responsabilidad social del empresario (II) Imagen| iferneinez

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