Leo en un diario de la provincia de Alicante que Sanidad abre una unidad urgente para pacientes con depresión y ansiedad por el aumento de casos. Es evidente que el paro está detrás de esta iniciativa por parte del ministerio. La palabra y el hecho en sí: la ausencia de trabajo, no es en absoluto sinónimo de salud, ni de tranquilidad.
No es extraño que existan 32.000 personas que sufran de ansiedad y depresión. La situación económica de las familias sin ningún miembro trabajando, o de los que sí poseen un empleo pero tienen miedo a la pérdida del mismo son los protagonistas de estas cifras. No quiero alentar con esta noticia el pesimismo, pero sí dar el protagonismo que merecen estos ciudadanos que además de sufrir el desempleo, padecen todo tipo de trastornos psicológicos. En ese estado es difícil emprender.
Cuando acudimos a un centro de salud podemos realizar una fotografía de cómo está el país. Incluso un pequeño estudio de campo cada uno de nosotros. Se nota en las caras, en las miradas. Vemos a hombres y a mujeres que no han arrojado la toalla, o son débiles, sino que resistir la presión del desempleo hipotético si se está trabajando, o la ansiedad que genera buscar un empleo es un enemigo contra el que luchar, realmente agotador.
Nos enseñan muchas cosas en los colegios, e incluso en las universidades, pero no las más importantes, con las que vamos a tropezar en cuanto comience nuestra vida profesional
La inteligencia emocional es la asignatura más importante. Es duro, es muy difícil quedarse en paro y más si tienes a personas que dependan de ti. Pero una persona sin trabajo y además deprimida lo tiene el doble de difícil para salir de esta angustiosa situación.
Resulta curioso que el mismo Gobierno sea el que ofrezca las herramientas para que a través de psicólogos y fármacos, los parados mejoren de sus depresiones y ataques de ansiedad. De hecho, el proyecto también persigue detectar casos en tentativa de suicidio. Un Gobierno que a su vez, genera esa angustia al no resolver la situación o al menos, mejorarla un mínimo. Sumemos la cantidad de mensajes y noticias negativas que reciben a diario de los medios de comunicación.
Confío en la fortaleza mental y en su estabilidad emocional, para que esas personas: trabajadores y desempleados que forman parte de esta sociedad dividida entre a los que les va bien, y a quienes les va peor que mal,para que sean capaces de encontrar el ánimo suficiente y sobre todo recuperen las ganas. Ganas de seguir luchando porque de todas las crisis y de las depresiones se sale. Es en estos momentos cuando más pedagogía debiera haber en el país, por parte de políticos y todos aquellos responsables de esta situación.
La Comunidad Valenciana merece ser reconocida por la valía de sus gentes a lo largo de la Historia y no por esta tasa de paro demencial ni por casos de corrupción, que incitan a los ciudadanos a no encontrar la luz al final del túnel. Esta es la otra cara del paro, la del sufrimiento y el dolor no físico pero sí del alma, que es además de muy duro, el más silencioso de los castigos que no merecen personas válidas.
Ningún empresario debería tener tanto poder. El poder de condicionar el estado de ánimo de una persona. Ni que éste vaya ligado al temor, temor que sufren algunos cuando acuden a su trabajo sin saber si mañana habrá una suspensión de pagos, y se quedarán en la calle como el vecino. ¿Necesitamos cultura empresarial y cultura emocional?. ¿Tú qué opinas? ¿Sigue España deprimida?
En Pymes y Autónomos| La depresión española
Imagen|Big Max Power