Son más de las once de la noche. Si trabajas por cuenta ajena, será sinónimo de ir a dormir o estar frente a tu serie favorita. Las posibilidades son muchas. Pero si trabajas por cuenta propia, hay una máxima que suele cumplirse:un cliente te localiza vía móvil y te pide un cambio, o ha tenido una idea sobre el proyecto en el que trabajas.
No se trata de coger una pataleta cada vez que esto ocurre. Lo correcto, lo sensato y lo normal sería dejar claro que a partir de cierta hora no estás para nadie. A no ser que se trate de un problema grave. ¿Y qué significa grave? Que tu cliente se quede sin web o algo similar, ¿el resto? Puede esperar.
Los límites los tienes que poner tú, no el cliente
Por agradar, por nuestra personalidad, porque estamos empezando..., cometemos el error de trasladar una idea errónea y es la de estar disponibles las 24 horas todos los días de la semana. Uno de los culpables de estas situaciones surrealistas,la tiene Whatsapp donde se ha mezclado trabajo y amistad.
Poner límites a los clientes es sinónimo de respeto
Cuando en nuestro blog, página web o a la hora de cerrar un proyecto con un cliente establecemos unas tarifas y una serie de requisitos que las dos partes han de cumplir. Establecer un horario para comunicarse también es natural y necesario.
Delimitar el tiempo que podemos dedicarnos a un trabajo dejará claro al cliente que a pesar de volcarnos al 100% en él, también estamos solicitados por otras personas que merecen nuestro respeto y atención, y eso conlleva tiempo y esfuerzo.
A veces, perdemos energía y tiempo quejándonos de estas situaciones con compañeros o con conocidos que no saben ni a qué nos dedicamos, en vez de confiar en el buen talante de nuestro cliente que a buen seguro lo entenderá a la primera.
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