¿Se puede luchar contra el uso del smartphone privado en el trabajo?

¿Se puede luchar contra el uso del smartphone privado en el trabajo?
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Uno de los principales problemas de algunas empresas es evitar las distracciones para los empleados. Tradicionalmente estas han estado relacionadas con elementos ajenos al uso que debían hacer de las herramientas de trabajo para cuestiones personales ajenas al mismo. El correo electrónico, Internet o el smartphone son algunos de los enemigos de la productividad en la empresa.

En lo que se refiere a las herramientas corporativas es sencillo mantener bajo control el uso que hacen los empleados. Esto puede servir para correo electrónico e Internet. Pero el verdadero problema hoy en día está en el smartphone personal de los empleados. El uso del teléfono durante toda la jornada de trabajo supone una constante interrupción de las tareas y problemas de concentración.

Aquí es muy complicado aplicar medidas correctivas. Lo fundamental es medir la productividad de los empleados utilizando criterios que no tengan que ver con la duración de la jornada de trabajo. Al igual que hace poco hablábamos del presentismo como uno de los enemigos de la productividad, esta misma cultura es la que impulsa a las empresas a medir el rendimiento en función de las horas trabajadas.

Las constantes interrupciones que suponen tener el teléfono encima de la mesa, incluso cuando se trata del smartphone de la empresa, supone un problema a la hora de mantener un ritmo de trabajo y la concentración en una tarea. El trabajador le otorga una importancia a las notificaciones del smartphone que en realidad no tienen.

Quizás también tiene que ver con que en muchas empresas esté mal visto recibir llamadas personales. Es mejor recibir una llamada para solucionar algo urgente o imprevisto, que tener 80 mensajes de forma consecutiva para acabar acordando que vamos a hacer al salir del trabajo.

De esta forma un empleado puede pasar ocho horas de trabajo mirando sus redes sociales, charlando con los amigos, etc. desde su propio teléfono. Incluso puede que se quede más horas de las que le obliga su jornada, al fin y al cabo, las constantes interrupciones desde el teléfono suponen un problema a la hora de completar las tareas asignadas en su trabajo.

La única manera de acabar con estas prácticas es establecer criterios de medición de la productividad que no tengan que ver con las horas de trabajo realizadas. Por otra parte esto supone un cambio de cultura en muchas empresas, de dejar de considerar un vago al empleado que acaba su trabajo a su hora y se va a casa.

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Imagen | Blake Patterson

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