Si tienes demasiado clientes, no olvides a los primeros que estuvieron a tu lado

Si tienes demasiado clientes, no olvides a los primeros que estuvieron a tu lado
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En ocasiones, hay profesionales que se ven desbordados por muchos encargos o comienzan a trabajar para una empresa. Resulta obvio que el tiempo y la dedicación será máximo y ya no habrá lugar para esos primeros clientes que estaban ahí cuando las cosas no marchaban tan bien.

Siempre se ha dicho que es más importante fidelizar al cliente que ya se tiene seguro que buscar nuevos. Y este caso se da con frecuencia, pero al contrario, cuando al emprendedor comienzan a salirle las cuentas. No es obligado acudir a la llamada del cliente, pero sí al menos, mantener una relación cordial.

Atender a un cliente sólo por obligación no. Atender a un cliente porque fue un buen cliente, sí

Los negocios pueden ir muy bien de la noche a la mañana. Aunque siempre hay detrás trabajo, esfuerzo y dedicación. Pero, cuando eso sucede, el tiempo es oro y los nuevos clientes pasan a primera fila. ¿Los primeros? Ya no hay tiempo o no son rentables.

No se trata de atender a todo el mundo. No todos los clientes merecen nuestra dedicación puesto que hay que ser selectivo tanto por salud mental como para no poder dar lo mejor. Pero nada cuesta, ser correcto y que no piensen que hemos desaparecido del mapa.

Ser agradecido no cuesta nada

Tampoco hay que caer en la trampa de quienes creen haber descubierto a una estrella. El talento, la profesionalidad y el buen hacer ya lo tiene uno de serie si se toma en serio su labor. Hay que diferenciar entre el agradecimiento y el sentirse obligado.

Pero entre todas esas personas que pasan por nuestras vidas profesionales, siempre debe haber algunas a las que dediquemos nuestro valioso tiempo. Y será por una razón: estaban ahí cuando empezamos, nos apoyaron y nos animaron a volar.

Un error en el que es muy fácil caer es la falta de humildad. Jamás debemos dejar a un lado a quienes, en nuestros inicios, depositaron algo más que su confianza en nosotros. La vida laboral es como una noria y cualquier día podemos, de nuevo, estar abajo.

Imagen|Pixabay

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