Ayer se empezó con la vacunación, aunque de una forma más simbólica que efectiva, en España. Hasta lograr que las primeras personas queden inmunizadas pasará un mes. Y en este tiempo posiblemente veamos como existen nuevas restricciones, debido al efecto de un aumento de contagios provocados en Navidades. Será necesario mantener a las empresas en la UCI, hasta lograr que la vacuna sea efectiva.
Y el suero pasa por facilitar la moratoria de pagos, por no tener que pagar impuestos, por que se prolonguen los ERTEs para los negocios que tienen restricciones, etc. Sobre todo que no se genere una deuda tan importante que acabe por dejar todo el esfuerzo realizado en nada, que al final haya sido un nadar a contracorriente sin parar para morir en la orilla.
Porque se ha enfocado esta crisis como un problema que no es económico, sino sanitario. Pero la salida de la misma puede ser mucho más lenta en el caso de que empiecen a destruirse empresas. Porque con el escenario de incertidumbre, las inversiones ya sabemos que se retraen. Y muy posiblemente se espere a 2022 para hacerlo, retrasando con ello la reactivación y generación de empleo.
La esperanza está puesta en que la vacuna cambie el panorama sanitario. No solo en España, sino en toda Europa primero y a nivel mundial después, donde se recupere la movilidad y con ello uno de los motores económicos de nuestro país, el turismo. Una campaña que en 2021 no será normal, pero sin embargo, es fundamental que llegado el verano se pueda desarrollar con las menos restricciones posibles.
Otras empresas que dependen menos del turismo quizás comiencen a recuperarse incluso antes, aunque todo dependerá de la evolución de la crisis sanitaria y su evolución. Si se controla, se recuperará movilidad, se eliminarán restricciones y con ello muchas empresas volverán a respirar. Sus problemas no acaban aquí, pero si inician un camino para empezar a pagar la deuda contraída durante esta crisis.
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