¿Pero de verdad alguien ha tenido alguna vez un buen jefe?

¿Pero de verdad alguien ha tenido alguna vez un buen jefe?
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Se habla mucho de los malos jefes. Parece que todos los responsables de empresas tienen un principio de Peter galopante. El buen jefe parece un mirlo blanco, un unicornio, un animal mitológico, del que algunos hablan pero pocos han visto. Realmente no creo que sea así. Sin embargo se da mucho más bombo al jefe inútil, al dictador, al autoritario o al pelota que a aquél que hace bien su trabajo.

Y cuando hablas de estos temas con el resto de compañeros o trabajadores lo primero que sale son los jefes que han metido la pata. Es cierto que en muchas ocasiones a mayor responsabilidad, más repercusión tienen estas decisiones. Y son escasas las ocasiones donde se mencionan los jefes con los que da gusto trabajar.

Lo que si creo es que un mal jefe tiene una mayor rotación de plantilla. Esto implica que a lo largo de un año son más los empleados que lo sufren. Y con ello se extiende su leyenda, que muchas veces afecta no solo a su departamento, sino a toda la empresa. Y en muchas ocasiones hace que el clima de trabajo, el ambiente laboral sea irrespirable.

Tal vez yo sea una excepción, pero en mi carrera profesional lo cierto es que puedo contar con más experiencias positivas que negativas. He tenido jefes dialogantes, que sabían delegar, que asumían su responsabilidad sin traspasarla a los que tenían bajo su mando y que mantenían motivados a los empleados.

En alguna ocasión he sufrido a alguno de los otros, de los que no se podía cuestionar sus decisiones, ni siquiera en forma de sugerencia,* si no se quería sufrir su ira. También es cierto que con el tiempo se toma perspectiva respecto a todos ellos. Y es cierto que trabajar con un mal jefe es transitar por un laberinto sin salida. O nos resignamos o buscamos otro trabajo más pronto que tarde.

En Pymes y Autónomos | El jefe perfecto no existe

Imagen | Ryan McGuire

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