Se está hablando de ganadores y perdedores en relación con el nuevo acuerdo comercial UE-EEUU, pero estos aranceles no tienen nada de positivo para las pymes

Se Esta Hablando De Ganadores Y Perdedores En Relacion Con El Nuevo Acuerdo Comercial Ue Eeuu Pero Estos Aranceles No Tienen Nada De Positivo Para Las Pymes
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Javier Ruiz

La Comisión Europea ha celebrado el nuevo pacto comercial alcanzado con Estados Unidos como un paso importante para estabilizar las relaciones transatlánticas. Sin embargo, muchas pymes, y especialmente las españolas, no encuentran motivos para el entusiasmo.

Si bien el acuerdo evita una escalada de tensiones, las voces principales que han analizado el conflicto apuntan a que no soluciona los principales obstáculosque arrastran desde el inicio del segundo mandato de Donald Trump, en enero de 2025. De hecho, tras meses de amenazas de nuevos aranceles, el resultado final es un marco más estable… pero no más justo ni más favorable para el tejido empresarial.

Lo que se ha firmado

El acuerdo comercial entre la UE y EE. UU., anunciado el 27 de julio,establece un nuevo marco de tarifas mínimas para más de 300 productos europeos. En la mayoría de los casos, se ha fijado un arancel del 15 %, frente al 25 % o 30 % que la Administración Trump había insinuado meses atrás.

Este porcentaje, sin embargo, no representa una armonización total, ya que se mantienen algunos aranceles más elevados para productos concretos, como es el caso del acero y el aluminio, que seguirán gravados con un 50 %, y del sector farmacéutico, que ha quedado fuera del acuerdo pese a las declaraciones iniciales de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que aseguraba su inclusión. Desde Estados Unidos se ha confirmado que los medicamentos europeos seguirán sujetos a aranceles.

En definitiva, el acuerdo no elimina las medidas existentes, sino que las estabiliza temporalmente, fijando condiciones mínimas, pero sin avanzar en una liberalización real del comercio. Prueba de ello es que, si bien algunos sectores han evitado daños mayores, en la mayoría de los casos el impacto alcanza a todos los actores europeos, aunque sea de forma desigual.

Ganadores (relativos) del pacto

En este sentido, la UE ha señalado que la industria de lujo, la automoción y las bebidas alcohólicas pueden tener un pronóstico algo más positivo, si bien esto es algo más circunstancial que ganado entre negociones: como el caso del aceite de oliva, que debido a su exportación masiva a los EE. UU, dispone de mayor margen comercial debido a su posición dominante en el mercado estadounidense.

En lo que se refiere a la industria del lujo, las grandes marcas esperaban un arancel del 25 %, pero finalmente la tasa se ha quedado en el 15 %. A efectos prácticos, esto les permite mantener márgenes sin alterar radicalmente sus precios en EE. UU., que representa cerca del 25 % de sus ingresos globales.

A su vez, la automoción alemana ha conseguido mantener condiciones estables para los grandes fabricantes y la exportación de vehículos, aunque no exentas de coste. La clave ha estado en asegurar previsibilidad, algo esencial para un sector con cadenas de suministro altamente internacionalizadas.

Por último, las bebidas alcohólicas, pese a las declaraciones de Ursula Von der Leyen, mantienen vías de negociación abiertas para el vino y el whisky europeo, aunque, hoy por hoy, el vino español sigue afectado por el arancel del 15 %.

Estos son los sectores más expuestos

En el lado perdedor de este nuevo equilibrio hay sectores y países que siguen sin red de apoyo suficiente, como las pymes agroalimentarias españolas, con productos como el aceite de oliva, el vino, los quesos o las conservas, que pagarán un arancel del 15 %, en un mercado clave como el estadounidense, mientras que algunos países competidores, como Turquía o Australia tienen aranceles más bajos.

De igual modo, la industria farmacéutica ha quedado fuera del acuerdo. La patronal alemana VFA ha criticado con dureza que el sector quede fuera del pacto. Según su presidente, Han Steutel, el pacto arancelario rompe los fundamentos del comercio transatlántico y socava las normas de la OMC.

Por último, el caso más conocido es el de la siderurgia europea, que mantiene aranceles del 50 % a la exportación. Desde la patronal Unesid, se han pedido ayudas urgentes para controlar el impacto en las exportaciones de acero y aluminio español.

¿Qué ocurre con las pymes?

Para la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, el acuerdo cambia poco o nada. No reduce costes, no abre nuevos canales, ni mejora las condiciones frente a grandes corporaciones.

Las pymes exportadoras (en especial, aquellas en sectores como el agroalimentario, la automoción o la transformación industrial) siguen atrapadas entre los márgenes ajustados y las decisiones políticas que no tienen en cuenta su escala.

Además, muchos expertos temen que la UE haya cedido demasiado terreno a cambio de evitar una escalada. El hecho de que Bruselas no haya impulsado contramedidas proporcionales o mecanismos de compensación agrava la sensación de vulnerabilidad para las empresas más pequeñas.

“El tablero se altera. Es difícil prever qué consecuencias tendrá ese 5 % o 10 % de diferencia en aranceles”, resumía esta semana Rafael Pico, director adjunto de Asoliva.

De este modo, el pacto ha traído cierta estabilidad, pero no garantiza una relación equilibrada en absoluto. Las pymes siguen quedando fuera del diseño de la política comercial internacional, y el acceso a mercados estratégicos como el estadounidense sigue lleno de obstáculos para quienes no tienen departamentos jurídicos en Washington ni margen de negociación con intermediarios locales.

En conclusión, es posible que el pacto evite una guerra comercial a gran escala, pero sigue siendo una tregua frágil, con pocas garantías y muchos costes agregados.

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