El nuevo arancel del 15 % que Estados Unidos ha impuesto a más de 300 productos europeos no es ni va a ser anecdótico. Para muchas pymes españolas que exportan alimentos, bebidas, componentes industriales o productos vinícolas, supone un golpe directo a sus cuentas y es posible que incluso a su continuidad empresarial.
El impacto podría superar los 2.000 millones de euros en nuestro país. Si bien la medida afecta a toda la Unión Europea, muchas pymes españolas no tienen el colchón financiero ni la capacidad logística de otras multinacionales para amortiguar el golpe.
Exportar, ahora cuesta más
Para la industria alimentaria española, EE. UU. es un mercado clave. En 2024, se exportaron allí alimentos y bebidas por valor de 3.365 millones de euros, lo que representa un 14,3 % del total de ventas agroalimentarias fuera de la UE.
Con los nuevos aranceles, competir en ese mercado se complica. Las empresas se enfrentan a tres opciones clave, y ninguna es buena: asumir parte del coste extra, subir precios (con riesgo de perder clientes) o reducir márgenes.
Muchas pymes españolas no se ven en la tesitura de permitirse ninguna de las opciones anteriores. “Recuperar a corto plazo lo que se pierda allí con el arancel será imposible”, ha advertido Ignacio Silva, presidente de la FIAB (Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas) en declaraciones recogidas por El País.
Entre los sectores afectados: del vino al acero
La situación podría resumirse en la idea siguiente: algunos sectores tienen más margen que otros. Por ejemplo, el aceite de oliva, que Estados Unidos importa casi en su totalidad desde España, permitirá mayores variaciones y flexibilidad que el vino, que también se produce en Argentina, Australia o Nueva Zelanda con aranceles más bajos, dejando el producto español en una clara desventaja competitiva.
En el sector de la automoción, el arancel afectará, sobre todo, a pequeñas y medianas empresas que fabrican componentes: España vendió piezas por valor de más de 1.000 millones a EE. UU. en 2024. Muchas de estas también forman parte de cadenas de suministro en Alemania y Francia, lo que agrava el impacto.
Por último, el sector del acero lo tiene peor: en este caso, el arancel alcanza el 50 %, y la patronal UNESID ya ha reclamado ayudas urgentes para evitar un frenazo, de proporciones épicas, en lo que se refiere a las exportaciones.
Desde la Cámara de Comercio, se pide que se refuercen los apoyos a pymes afectadas, alegando que este tipo de medidas impacta sobre todo a las pequeñas empresas, que no tienen margen para adaptarse rápidamente a cambios fiscales o comerciales. De igual modo, los sectores afectados están reclamando bonificaciones fiscales, subvenciones temporales y contramedidas por parte de Bruselas.
La UE, acepta y calla
Por ahora, la UE no ha reaccionado con la contundencia esperada, y eso deja a muchas pymes europeas en desventaja frente a sus competidores internacionales. “El tablero se altera. Es difícil prever qué consecuencias tendrá ese 5 % o 10 % de diferencia en aranceles”, resumen desde Asoliva.
Debemos tener presente que, si bien la mayoría de los medios, hablan estos días de un “arancel del 15 %”, este no se aplicará de forma uniforme a todos los productos, sino que será el mínimo arancelario del HS Code.
El porcentaje corresponde al acuerdo general alcanzado entre la UE y EE.UU. para un conjunto amplio de bienes afectados, pero cada producto tiene su propio arancel específico, que puede ser mayor o menor según su categoría y origen. Así, el acero sigue soportando un 50 %, mientras que productos como el vino o el aceite de oliva suben al 15 % mientras que otros países competidores mantienen tasas más bajas (como Turquía con un 10 % o Australia con un 5–10 %), lo que coloca a las exportaciones españolas en clara desventaja. Un escenario desigual que complica aún más la situación para muchas pymes, que ya operan con márgenes ajustados.
En conclusión, queda claro que la medida va mucho más allá de un simple ajuste técnico. Es una advertencia: las tensiones comerciales entre grandes bloques geopolíticos tienen consecuencias directas en las pequeñas empresas, que no cuentan con mecanismos de compensación adecuados y pueden perder competitividad, estabilidad, mercados y oportunidades. Los medios son claros: un mal acuerdo para Europa, y un mal precedente también,el de aceptar doblegarse frente a las amenazas y el bullying comercial.
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