Memorias de un asesor "Antes de la amnistía fiscal"

Memorias de un asesor "Antes de la amnistía fiscal"
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Alemania, Italia, Bélgica, Portugal y España son algunos de los países que han llevado a cabo algún tipo de amnistía fiscal hace escaso tiempo; a mediados de octubre leí que Brasil estaba considerando la idea de proclamar una amnistía fiscal con la finalidad de repatriar los depósitos de los brasileños en el exterior.

Actualmente se ha barajado la posibilidad que en España resplandezca y pueda ser contemplada una nueva estación, una primavera económica donde florecen, brotan y echan raíces billetes y más billetes, naranjas, verdes, amarillos o morados… Pero no nos engañemos, es un fruto maligno, cosecha del pecado, dinero obtenido del delito, de la infracción administrativa; parece delicioso ¿verdad?. Lo cierto, es que a los asesores fiscales nos lo están poniendo muy difícil… pues resulta que tenemos una competencia directa en quien, representa, es el responsable primero y único del cobro de los impuestos, y por lo tanto de nuestra presencia y profesión.

Bajo ese pretexto pido auxilio, ayuda sincera y desconsolada para no acabar en el paro más absoluto; pues ya me diréis con que cara atiendo a mi cliente después de haberle hecho pagar cualquier cantidad en concepto de impuestos, si al cabo de un tiempo va el Estado y resulta que no sólo me contradice, sino que además me hunde en la más miserable las frases que pudo pronunciar Einstein:

Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.

Sé que éste es un buen post que cualquier empresario o profesional puede aprovechar para moler, machacar o maltratar debido a que hace apenas dos días ha pagado sus impuestos religiosamente, o ha recibido la factura de su abogado por aquel informe fiscal. Al respecto le diría que se planteara un asesinato en toda regla, que para el caso es lo mismo y uno se puede quedar más descansado. A mi entender, y a colación de la amnistía fiscal, de ser la especie humana mínimamente coherente, debería emprender un fusilamiento general de asesores, abogados y economistas por parte de aquellos que han pagado sus tributos.

Como no me gustaría ser víctima de un linchamiento multitudinario, así como tampoco sería apto luchando por causas perdidas, me iría a la tumba, sí, pero no sin antes denunciar al Estado por el delito tipificado en el artículo 143 del código penal: "El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de…”.

Quería evitar tratar este asunto desde un punto de vista ético o moral, pero la verdad es que me lo ponen en bandeja, más aun si mi comida diaria e integridad física dependen de ello.

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