Según el análisis de Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), las microempresas apenas aumentan plantilla mientras que las grandes corporaciones concentran la mayor parte del volumen de crecimiento en el empleo.
Las principales razones se encuentran en el encarecimiento de las cotizaciones y la sucesión de reformas laborales, que limitan su capacidad de contratar.
El empleo crece
De este modo, el empleo crece, pero no por igual. Como apuntaba CEPYME, las empresas de uno a nueve trabajadores apenas incrementaron un 0,4 % interanual el tamaño de sus plantillas, mientras que las grandes empresas lo hicieron en un 4,8 %.
En pocas palabras: el empleo crece 12 veces más rápido en los grandes grupos empresariales que en los pequeños negocios, según la Estadística de Empresas Inscritas en la Seguridad Social correspondientes a agosto de 2025.
A pesar del aumento global de la afiliación (con 7.581 autónomos más y 31.000 nuevos empleos en septiembre, según el Ministerio de Inclusión), las organizaciones empresariales denuncian un desequilibrio estructural: los mayores incrementos de plantilla se concentran en medianas y grandes compañías, mientras las pymes se estancan o destruyen empleo.
El alza de los costes laborales y la incertidumbre regulatoria, según la patronal, que se han traducido en un aumento de un 23,4 % en costes en los últimos seis años, destacan como las razones principales. Si bajamos las cifras a tierra, se trata de las subidas del SMI, el impacto de las cuotas sociales, nuevos mecanismos como el MEI, registro horario digital e incremento del tiempo de los permisos parentales.
La rotación y los volúmenes comerciales de la gran empresa permiten unos ajustes difíciles de aplicar en las pymes de menor tamaño.
Las microempresas, las más vulnerables
En los negocios con uno o dos trabajadores, la flexibilidad empresarial es mínima, por lo que un nuevo coste o permiso puede suponer la pérdida directa de viabilidad.
“Un restaurante familiar o un taller con dos empleados no tiene margen para absorber un 15 % más de costes en tres años”, señalan desde ATA.
A todo ello, se suman nuevos costes burocráticos derivados de la digitalización obligatoria que llegarán en 2026, como la factura electrónica, la adaptación a Verifactu y el control horario digital.
Además, muchas microempresas dependen de la demanda local o de subcontrataciones con grandes grupos, lo que las coloca en posición de debilidad frente a plazos de pago más largos y márgenes más ajustados.
En ese contexto, el buen dato global de empleo oculta que la mitad de las pymes españolas no prevén contratar en 2026, según el último Indicador CEPYME sobre la actual situación de las pymes españolas.
Escaso dinamismo
Los costes laborales son uno de los principales factores que explican el estancamiento.
Según el INE, el coste laboral medio se situó en 3.012 euros por trabajador y mes en el segundo trimestre de 2025, un 5,2 % más que el año anterior.
En sectores de bajo margen, como la hostelería o el comercio minorista, ese incremento se traduce directamente en menor capacidad de contratación o en ajustes de jornada.
El Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) —que supone una cotización adicional del 0,7 % en 2025 y aumentará hasta el 1,2 % en 2029— agrava la presión sobre las nóminas.
En este sentido, los expertos recomiendan revisar la estructura de costes y apostar por fórmulas de flexibilidad interna: acuerdos de horas complementarias, reorganización de turnos o automatización ligera, así como valorar las ayudas a la contratación de colectivos específicos (jóvenes, mayores de 45 años, parados de larga duración) y programas de digitalización del Kit Digital, que permiten cubrir parte del gasto tecnológico.
En cualquier caso, el reto traspasa el ámbito laboral y alcanza el productivo, puesto que, a diferencia de sectores y volúmenes que sí pueden escalar mediante tecnología o volumen, las pymes siguen dependiendo del trabajo intensivo, lo que limita tanto el aumento de los sueldos como la ampliación de sus plantillas
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