España sigue a la cabeza en sobrecualificación laboral juvenil. Según los últimos datos, el 36 % de los menores de 30 años trabaja en empleos por debajo de su nivel de estudios, una cifra que refleja el desajuste entre formación y mercado laboral en nuestro país.
Además, según El Economista, "4 de cada 10 trabajadores jóvenes mantienen un empleo a tiempo parcial", por no encontrar un trabajo de jornada completa. Esta realidad choca, de frente, con las expectativas educativas, donde pese a la necesidad de incentivar la Formación Profesional, la falta de oferta en FPs (y la sobreabundancia de másteres con pocas salidas) mantiene en jaque el contexto laboral.
Un problema estructural
El fenómeno no es nuevo. El INE, a través de la Encuesta de Población Activa (EPA), viene señalando desde hace años que España duplica los niveles de sobrecualificación de la media europea.
De acuerdo con Eurostat, más del 21,8 % de los trabajadores europeos está sobrecualificadopara su actural empleo. Sin embargo, esta cifra asciende hasta el 36 % en España.
Esta brecha tiene consecuencias evidentes: salarios más bajos de lo esperado, dificultad para emanciparse y un desaprovechamiento de capital humano que acaba empujando a muchos jóvenes a emigrar en busca de mejores oportunidades.
Los expertos coinciden en que hay varios factores detrás de este fenómeno, donde el desajuste entre sistema educativo y tejido productivo resulta aquel más evidente. Mientras las universidades siguen formando más titulados en ramas con baja demanda laboral, faltan perfiles técnicos de nivel intermedio.
A todo ello, se suma la elevada temporalidad y parcialidad de los contratos de trabajo, por los que muchos jóvenes acceden a sus primeros empleos con contratos inestables que no corresponden a su nivel académico y la especialización propia del mercado laboral español (turismo, hostelería, comercio), que se traduce en poco valor añadido y desaprovecha la cualificación de muchos recién titulados.
Para la Fundación BBVA, se resume en un problema de eficiencia: España invierte en formación, pero el mercado laboral no absorbe ese talento de manera adecuada. Según la Fundación BBVA-Ivie, la tasa de subempleo de universitarios se ha reducido en diez años, del 30 % al 22 %, mientras la ocupación de titulados ha crecido hasta el 58 %. Aun así, persiste la brecha: muchos jóvenes trabajan en puestos alejados de su formación
Consecuencias empresariales
A priori, todo ello puede parecer un problema para estos perfiles "sobrecualificados", sin embargo, esta realidad tiene un impacto directo en el tejido empresarial,traduciéndose en la fuga de talento, altísima rotación en las empresas y desmotivación, vinculada a falta de perspectivas y salarios bajos.
Así, para las pymes, captar y retener talento joven se convierte en un reto añadido en un mercado donde la oferta formativa no coincide con sus necesidades reales.
Las soluciones planteadas, hasta la fecha, son las que ya conocemos: potenciar la Formación Profesional y los grados técnicos, en línea con la demanda empresarial, establecer incentivos a la contratación juvenil en puestos acordes al nivel de estudios e impulsar sectores innovadores y de mayor productividad (como la tecnología, energías renovables, biociencia y un largo etcétera) que sí puedan absorber perfiles con alta cualificación.
Sin embargo, la inversión público-privada tiene que ser acorde a la gravedad del problema:por ahora, esto último no se ha cumplido.
En conclusión, la sobrecualificación juvenil es más que un problema estadístico: es un síntoma de ineficiencia estructural que lastra la competitividad de España. Mientras el talento formado se infrautiliza, las empresas pierden productividad y el país se arriesga a una nueva fuga de cerebros. Por ello, integrar la formación con las necesidades de las pymes es clave para aprovechar un recurso que ya tenemos, pero que seguimos desaprovechando.
¿Hay cambios en el horizonte? No los suficientes: las medidas actuales avanzan, pero no parecen suficientes para revertir la magnitud del problema
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