Hace unos días leí un artículo publicado en Capital Humano que me resultó bastante interesante, ya que exponía los problemas que pueden causar a las organizaciones los denominados "directivos rupturistas", que a grosso modo son quienes al llegar a un nuevo puesto su prioridad es romper con todo lo establecido.
El directivo rupturista es aquel que, cuando llega a su nuevo puesto quiere consolidar su cargo mediante la invención de nuevos modelos de gestión para distinguirse de su predecesor con el propósito de demostrar su genialidad aún cuando el modelo anterior podría ser valido con las correcciones y ajustes necesarios.
Aunque no se toma en suficiente consideración este hecho, este tipo de directivos suelen resultar extraordinariamente contraproducentes porque priorizan su ego y vanidad al interés general, dando como resultado malestar entre los integrantes del equipo por la realización de actividades superfluas y por estar sometidos a una presión constante dado el deseo de fiscalización del directivo, sin olvidar su interés por saber si son respetados los modelos y protocolos que impone.
Los mejores resultados se obtienen cuando una organización mantiene una línea coherente en un estilo de gestión que funciona, es decir, crea una cultura de organización. Cuando esto se logra es el momento en que se consigue sumar el talento, y por lo tanto, se produce una mejora paulatina de los resultados.
Es evidente que los extremos y las porturas maniqueístas no son positivas en ninguna circunstancia, pero especialmente son dañinas cuando see aplican en las organizaciones empresariales ya que el malestar colectivo puede causar que el remedio sea peor que la enfermedad.
Vía| Capital Humano Imagen | Paulinaclemente En Pymes y Autónomos | Liderazgo