El Gobierno nos anima a emprender pero, ¿debemos hacerlo a cualquier precio?

El Gobierno nos anima a emprender pero, ¿debemos hacerlo a cualquier precio?
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Llevamos bastante tiempo escuchando desde las altas instancias administrativas que es necesario lanzarse a emprender. Parece evidente que el objetivo de todo Gobierno es promover políticas que ayuden a crear empleo y, de hecho, ya se han llevado a cabo numerosas medidas para facilitar la constitución de nuevas empresas, como la Ley de Emprendedores aprobada hace poco tiempo o la posibilidad de capitalización del 100% de la prestación por desempleo.

Sin embargo, este efecto llamada al emprendimiento no está exento de riesgos. No todos estamos preparados para emprender y, aún estando capacitados para ellos, puede ser que nuestra idea no tenga un mercado para consolidarse o, simplemente, que tengamos dudas sobre la viabilidad de nuestro proyecto empresarial. ¿Debemos emprender a cualquier precio?

Además de todas estas medidas de apoyo al emprendedor, el Gobierno lanza mensajes positivos con respecto a la coyuntura económica. Ya estamos saliendo de la crisis, nos dicen, y este es un momento inmejorable para emprender. Pues bien, a no ser que seamos capaces de interpretar esta información de forma correcta, lo mejor es que no nos dejemos guiar por mensajes que, en muchas ocasiones, no describen con exactitud la situación económica general. Y mucho menos del sector en el que vamos a emprender.

Por ejemplo, un buen indicador de mejora de coyuntura económica es la balanza de pagos y el aumento de las exportaciones. Sin embargo, lo que nadie nos cuenta es que la mejora de la balanza comercial es debida, en gran medida, al desplome del consumo interno y, por tanto, de las importaciones. Al autónomo que va a poner en marcha un restaurante no le interesa conocer la situación de las exportaciones, sino que haya gente en el interior de su zona que demande ese servicio.

Por otro lado, los mensajes que se desprenden de las nuevas medidas aprobadas son, en cierto modo, peligrosos. Por ejemplo, la posibilidad de constituir una empresa con una aportación inicial muy pequeña es una perita en dulce, pero reduce la solvencia de las entidades creadas. La mayor capitalización de las empresas les hace menos dependientes de la financiación bancaria y ayuda a capear mejor las crisis de deuda.

Esto no quiere decir que no debamos asumir riesgos. Todo lo contrario. Emprender es asumir grandes riesgos y emplear una gran cantidad de tiempo a costa de sacar nuestro negocio adelante. Ahora bien, conviene saber dónde nos estamos metiendo mediante un plan de negocio y un estudio de mercado, además de solicitar asesoramiento adecuado para cubrir nuestras necesidades financieras de manera adecuada.

Si no lo hacemos, nos arriesgamos a tener que cerrar antes de tiempo, como ya ha ocurrido con otros ciudadanos que se han precipitado a constituir su nuevo negocio.

En Pymes y Autónomos | Manifiesto para el emprendimiento, Europa quiere que emprendas Imagen | ColinBroug

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