Un filósofo de oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia:
Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea, pero la luz que daba era tan escasa que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia tea, y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó.
Uno de los discípulos preguntó al filósofo: ¿Qué nos enseña, maestro, este relato?
Y él contestó: "Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer".
A pesar de que el título de la entrada pudiera hacer pensar equívocamente que estaría relacionada con castigo tarifario que nos infringen las compañías eléctricas con el auspicio gubernamental, realmente he de confesar que el objeto es otro radicalmente disitinto.
El objetivo es reflexionar acerca de nuestra capacidad para compartir nuestras redes de contactos, ya que no es muy usual que la gente tenga disposición a abrir sus redes y que éstas se interrelacionen por miedo a qué pueda pasar y qué efectos adversos le puedan provocar.
La gente en general, tiene que empezar a animarse a mezclar sus contactos y no desvincularse de esos nuevos cruces que surjan porque de su seguimiento es probable que aparezcan nuevas oportunidades de negocio para lo que es imprescindible estar ahí para poderlas aprovechar.
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