En verano es la época del año que muchas empresas demandan más trabajadores por acumulación de tareas. Especialmente aquellas que tienen que ver con el turismo. A la vez muchos jóvenes han acabado su ciclo formativo y están preparados para incorporarse al mercado laboral, pero les falta experiencia. Para intentar favorecer este aspecto se puede recurrir al contrato de formación en verano.
El contrato de formación supone una importante reducción de cuotas para las empresas en la Seguridad Social y además la actividad formativa está bonificada por la administración. A esto se puede sumar los descuentos en caso de estar en garantía juvenil, donde las bonificaciones para financiar los costes formativos se eleva del 25 hasta el 50 % durante el primer año, y del 15 al 25 % el segundo y el tercer año de contrato.
Pero no son sólo ventajas para las empresas, sino que los trabajadores podrán seguir trabajando después del verano si ambos están de acuerdo, ya que el contrato de formación tiene una duración de entre 1 y 3 años, lo que evita la contratación estacional. El salario lo definirá en cada caso el convenio colectivo. Si además al acabar el contrato se transforma dicho contrato en indefinido también habrá bonificación de hasta 1.800 euros anuales durante 3 años.
Al acabar el contrato el trabajador y alumno puede obtener un certificado de profesionalidad, un título homologado con validez en todo. Además contará con un bagaje profesional que se incorpora a su currículo y le facilita acceder al mercado de trabajo con más opciones que si se carece de experiencia.
De todas formas muchas veces no es tan bonito como lo pintan, ya que muchas empresas enmascaran en este caso un contrato de este tipo pero no ofrecen la formación necesaria en función de los estudios del trabajador. En estos casos al final el empleado se desmotiva y no beneficia a ninguno de los dos.
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