Lo que sé, lo sé porque me han enseñado a aprender. Si tengo talento es porque me han ayudado a comprender su valor y a aplicarlo en el lugar adecuado. Nuestro país, como todos, ha necesitado del trabajo constante de los profesores para levantarse, independientemente del sistema aplicado en cada época. No hay otra manera de mejorar y crecer a todos los niveles y, sin embargo, no reconocemos su valor.
He tenido profesores buenos y profesores malos, pero de todos he aprendido algo… incluso que las cosas no son perfectas.
Puede que el sistema falle y tenga mucho que mejorar (no creo que nadie a estas alturas piense que el sistema educativo es perfecto) pero la revolución que necesitamos en este sector no se logrará recortando fondos. Necesitamos crear profesionales con conocimientos, pensamiento crítico y habilidades prácticas. Los libros no son suficientes.
“Si pedimos resultados al sistema educativo también le tendremos que ofrecer medios” Palabras del Ministro de Educación, Ángel Gabilondo
Quiero romper una lanza en favor del trabajo poco reconocido de los profesores en nuestro país. Quizás estuvieron tan ocupados enseñando y nosotros tan distraídos, que no supimos valorar los esfuerzos que hacían por hacernos comprender.
Es evidente que hay de todo, pero hagan un pequeño esfuerzo y sabrán de quiénes hablo. Busca un profesor motivado y encontrarás un alumno aventajado.
Un empresario, al igual que un trabajador, necesita aceptar la cultura del esfuerzo y el aprendizaje continuo, pero también requiere de la llegada de esas nuevas generaciones que se van incorporando cargadas de entusiasmo y nuevas ideas. Llegan a manos de un sistema imperfecto, acompañados por la fuerza de voluntad de sus formadores.
Aún así, ya no les respetamos… no desde hace años y siempre hablando de forma genérica. Parece que el único objetivo es la nota, llegar a la meta, pero parece que muchos no quieren vincularlo con el conocimiento adquirido en el camino.
¿Tendrá alguna relación esta filosofía con el fracaso escolar? Los profesores aplican el sistema y se responsabilizan de él aunque sea un fracaso ajeno. Aún así, muchas personas ven en ellos un obstáculo para llegar al objetivo final.
En cada empresa, en cada negocio, tenemos que pararnos a pensar un momento en cómo se construyó el presente y cómo deberá hacerlo el futuro. Vamos a reconocer que les debemos unas gracias y que habrá que pedirles perdón, porque nos hemos equivocado y no parece que queramos aprender de ello. Cualquiera diría que disfrutamos durante muchos años leyendo ladrillos… y así nos ha ido.
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