La reforma laboral mejoró la calidad del empleo en 2021, pero los contratos indefinidos no son suficiente: la calidad del empleo español se ha estancado

La reforma laboral mejoró la calidad del empleo en 2021, pero los contratos indefinidos no son suficiente: la calidad del empleo español se ha estancado
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La reforma laboral de 2021 introdujo cambios significativos con el objetivo de reducir la temporalidad en el mercado de trabajo español. Tres años más tarde, los indicadores muestran un crecimiento en la contratación indefinida, pero también revelan una elevada rotación laboral y nuevas formas de inestabilidad.

Todo ello, cuestiona el planteamiento básico de la reforma y el impacto de las medidas de empleabilidad de los últimos años, donde algunas fuentes señalan, incluso, que se ha producido una invisibilización más que una mejora real debido a esta medida en concreta (contratos indefinidos).

Se mantiene rotación

Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en 2024 cada trabajador firmó una media de 2,27 contratos: 15,42 millones de contratos firmados por 6,78 millones de trabajadores. Una cifra similar a la registrada en 2019 y superior a los años de pandemia como apuntan desde El Economista.

En esta tesitura, encontramos que se ha incrementado el peso de los contratos indefinidos —representando casi el 40 % del total—, pero la alta rotación se mantiene, especialmente entre determinados colectivos.

Así, entre los efectos más visibles de la reforma, han proliferado los contratos fijos-discontinuos. En 2024, el 38 % de los contratos indefinidos firmados correspondió a esta modalidad. Si bien, formalmente, estaríamos hablando también de un contrato indefinido, el fijo-discontinuo permite periodos prolongados de inactividad entre llamamientos, generando situaciones de precariedad no siempre reflejadas en las estadísticas oficiales.

Juventud, más precaria

Esta inestabilidad laboral se acusa especialmente entre los menores de 30 años, que concentran el 45 % de los contratos fijos-discontinuos firmados en 2024. Sólo el 34 % de estos trabajadores recibe el llamamiento tras el periodo de inactividad, según datos sindicales y de ETTs.

Entre ellos, cabe señalar que la duración de los periodos de trabajo tras la reforma se mueve alrededor de los 66,7 días y no son pocos los medios que han señalado hasta qué punto esta polémica puede maquillar cifras de paro real.

Como cabe esperar, sectores como la hostelería y la agricultura son aquellos donde más se ha extendido (y mantenido) esta modalidad. En territorios como Ibiza, por ejemplo, se han detectado denuncias sobre prácticas irregulares en los llamamientos y despidos (según CCOO) a trabajadores fijos-discontinuos.

En marzo de este año, The Objective afirmaba: "Los datos oficiales desvelan que hay 1,4 millones de parados más que los que dice Díaz", haciendo referencia a trabajadores con disponibilidad limitada, fijos discontinuos inactivos, trabajadores en ERTE o demandantes de empleo.

De media, 2024 ha incrementado una décima el número de contratos firmados frente al periodo anterior: de 2,26 a 2,27 contratos por trabajador, lo que demuestra cómo la calidad del empleo asociada a estas medidas ya ha tocado techo.

Cifras reales (y paro)

Además, las cifras desglosasadas presentan cómo cada trabajador indefinido firma 1,26 contratos, mientras que los fijos discontinuos: 1,46 contratos/trabajador y los temporales se sitúan en 1,96.

Así, si bien el contrato indefinido se ha consolidado como modalidad predominante, su duración real pone en cuestión la mejora efectiva de la estabilidad laboral.

También se observa un aumento de las bajas voluntarias, atribuible a la búsqueda de mejores condiciones laborales ante empleos de escasa estabilidad: las dimisiones han crecido un 49 % en el mercado laboral español, lo que denota una tendencia preocupante.

La reforma laboral ha conseguido transformar el panorama formal de la contratación en España, reduciendo la temporalidad clásica y aumentando los contratos indefinidos. Sin embargo, su implantación ha derivado en la extensión de modalidades como el fijo-discontinuo, que mantiene elevados niveles de rotación e inestabilidad, especialmente entre los jóvenes y en sectores estacionales.

Pese a que la tasa de paro ha caído hasta el 10,6 % en 2024, España sigue liderando el desempleo en la Unión Europea, reflejando que los desafíos estructurales del mercado laboral persisten más allá de las modificaciones normativas.

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