El mercado de trabajo español atraviesa un momento paradójico. Tras la última reforma, creció con fuerza la contratación estable y mejoraron varios indicadores de calidad del empleo, pero al mismo tiempo se ha producido un repunte muy acusado de las extinciones de contratos fijos.
Esta coexistencia de señales opuestas obliga a mirar con lupa las estadísticas de afiliación y las causas de cese para entender qué está pasando de verdad en las empresas.
La cuestión no es solo cuántos empleos se crean, sino qué estabilidad real sostienen y qué riesgos asumen trabajadores y compañías.
Las cifras recientes muestran que la dinámica de salida ha cambiado de forma acelerada y que, incluso con crecimiento del PIB y de la ocupación, la probabilidad de perder un trabajo indefinido ya no es tan excepcional como antes.
Los datos que explican el repunte
Entre enero y agosto se registraron 632.096 bajas de afiliación por despido de indefinidos, frente a 262.820 en el mismo periodo de 2021. El aumento acumulado desde la reforma alcanza el 138,4%, con un leve retroceso del 2,9% respecto al pico del año pasado, pero manteniéndose en el segundo mayor registro de la serie comparable que arranca en 2013.
En lo que va de 2025, los contratos fijos concentran el 93% de las 678.965 bajas por despido, un 87% más que en 2021, mientras las extinciones de temporales caen alrededor del 32%.
La ratio de despidos sobre afiliación confirma el cambio de tendencia. En agosto, el Régimen General contabilizó 77.688 bajas por despido con 17.192.136 afiliados, lo que supone un 0,45%, frente al 0,21% del mismo mes de 2021.
En indefinidos, la tasa ha pasado del 0,25% al 0,61%, un salto del 110 %. Aunque existe estacionalidad marcada, las medias trimestrales apuntan en la misma dirección: más despidos por trabajador en alta que antes de la reforma.
Qué hay detrás de las cifras
El despido disciplinario representa en torno al 49% de las bajas, pero su peso tiene una lectura matizada porque muchas de esas extinciones terminan reconduciéndose a improcedencia tras reclamación, algo que en las estadísticas administrativas solo aparece después de conciliación o sentencia.
El fuerte avance se localiza, sobre todo, en las causas objetivas, que crecen cerca de un 123% frente al 73% de los disciplinarios.
La desconexión entre esta evolución y un contexto macro de crecimiento invita a considerar factores micro: reorganizaciones, adaptación tecnológica, reestructuración de líneas de negocio y calibración del coste de ajustar plantilla frente a alternativas internas.
El rediseño de los esquemas contractuales también ha tenido efectos indirectos. La desaparición del contrato por obra y servicio y la generalización de la contratación fija han trasladado al terreno de los indefinidos parte de la rotación que antes se resolvía como vencimiento natural.
Se observa además un aumento de las bajas en periodo de prueba, que no figuran como despido, pero muestran que una fracción de los puestos “fijos” es hoy, en la práctica, más vulnerable durante los primeros meses.
En paralelo, el régimen fijo-discontinuo ha amortiguado la temporalidad formal, aunque en algunos sectores su uso intensivo puede enmascarar intermitencias que, a efectos de renta y continuidad, se parecen a la temporalidad clásica.
El papel de las pymes en la ecuación
Las pequeñas y medianas empresas concentran la mayor parte del empleo privado y afrontan un escenario de márgenes estrechos, salarios al alza y presión de precios en insumos.
Para muchas, un contrato indefinido que no encaja supone un riesgo de coste creciente si la demanda se frena o si la productividad no acompaña.
Esto se traduce en mayor prudencia a la hora de estabilizar puestos, en un uso más intensivo de periodos de prueba y en una preferencia por fórmulas como el fijo-discontinuo en actividades estacionales.
Además, las pymes tienen menos capacidad para absorber indemnizaciones relevantes, sostener procesos judiciales o reubicar personal.
El resultado es una rigidez de entrada más alta: se contrata con cautela, se reacciona antes ante señales de caída y se protege caja.
La consecuencia agregada es un volumen mayor de bajas de indefinidos que no necesariamente refleja peores perspectivas macro, sino una gestión del riesgo más conservadora en miles de negocios de menor tamaño.
Lo que se prepara en la agenda regulatoria
El Ministerio de Trabajo ha anunciado la apertura de una mesa para abordar el marco del despido, con el objetivo declarado de aportar certeza indemnizatoria y desincentivar el uso estratégico de la vía disciplinaria como puerta de entrada a la improcedencia.
Entre las ideas en circulación figura introducir criterios que ponderen circunstancias personales además de la antigüedad, inspirándose en referencias de otros países europeos. También se discute hasta dónde clarificar las causas objetivas para reforzar la causalidad sin replicar desequilibrios del pasado.
La conversación se produce bajo el escrutinio de instituciones europeas. Bruselas ha pedido seguridad jurídica y coherencia con la directiva de condiciones de trabajo transparentes.
Ver 0 comentarios