Baleares, Andalucía y Valencia concentran el 90 % del crecimiento de los autónomos. Estas son las razones por las que han aumentado más en estas zonas

Baleares Andalucia Y Valencia Concentran El 90 Del Crecimiento De Los Autonomos Estas Son Las Razones Por Las Que Han Aumentado Mas En Estas Zonas
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Javier Ruiz

El empleo autónomo en España sigue creciendo, aunque lo hace de forma desigual por el territorio nacional. Según el último informe de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), elaborado con datos del RETA y la Seguridad Social, entre enero y septiembre de 2025 se han sumado 26.528 nuevos autónomos en el conjunto del país.

De ese incremento, casi el 90 % se concentra en solo tres comunidades autónomas: Baleares, Andalucía y la Comunidad Valenciana, que han liderado el crecimiento tanto en términos absolutos como relativos.

Políticas autonómicas y clima empresarial

De este modo, en Andalucía se han realizado 6.241 nuevas altas, situándose como la comunidad con mayor crecimiento absoluto (+1,1 %), según Europa Press, mientras que Baleares registra a el mayor crecimiento porcentual de toda España (7590 altas), impulsada por la reactivación del turismo y la hostelería y la Comunidad Valenciana suma más de 8.900 nuevos autónomos, consolidando un repunte sostenido desde 2023, de acuerdo con La Vanguardia.

En el extremo contrario, comunidades como Castilla y León, Asturias o Galicia muestran apenas variaciones o incluso leves descensos, reflejando el envejecimiento poblacional y la menor densidad empresarial. En total, el número de afiliados autónomos supera ya los 3,36 millones, una cifra que se mantiene estable, pero con fuertes contrastes territoriales.

El liderazgo de Baleares, Andalucía y Valencia no es fruto del azar, sino de una combinación de factores económicos, institucionales y sociales.

En primer lugar, las tres comunidades han reforzado en los últimos años sus programas de apoyo al emprendimiento, con ayudas directas, asesoramiento y bonificaciones en las cuotas. Andalucía ha ampliado la “Cuota Cero” para nuevos autónomos, mientras Baleares ha puesto en marcha planes específicos para negocios sostenibles y estacionales, adaptados a su estructura turística.

A estos incentivos se suma la consolidación de ecosistemas empresariales más sólidos, especialmente en ciudades como Málaga, Valencia o Palma, donde el auge de la tecnología, los servicios digitales y la hostelería de alto valor añadido está creando entornos más propicios para emprender. La presencia de hubs digitales, viveros de empresas y coworkings ha generado redes de colaboración que facilitan la puesta en marcha de nuevos proyectos.

Otro elemento clave es la atracción de talento y población. Tanto Baleares como la Comunidad Valenciana se han convertido en polos de llegada de profesionales autónomos, nómadas digitales y emprendedores extranjeros, que ven en su calidad de vida y conectividad un incentivo para establecer su actividad. En muchos casos, esa movilidad interna y externa ha impulsado los registros en el RETA, reforzando su liderazgo.

Por último, el efecto rebote tras la pandemia ha sido decisivo. En territorios con fuerte dependencia del turismo o los servicios, la recuperación de la demanda ha impulsado nuevas oportunidades de autoempleo, desde el comercio local hasta la restauración y el alojamiento turístico.

Servicios, digitalización y hostelería

El crecimiento del empleo autónomo no es homogéneo entre sectores. Los datos del RETA muestran que el impulso procede, sobre todo, de actividades ligadas a los servicios, la digitalización y la construcción.

Según Forbes, la construcción suma 8.554 nuevos autónomos hasta septiembre, mientras la hostelería crece en 7.377 y las actividades de información y comunicación en 6.419, reflejo del auge del trabajo remoto, el marketing digital y los servicios tecnológicos.

Asimismo, mantienen saldo positivo las actividades profesionales, científicas y técnicas, que incluyen desde asesorías a ingeniería y diseño. En cambio, los sectores más tradicionales siguen en retroceso: el comercio ha perdido 8.567 autónomos, el transporte casi 6.000, y la industria más de 1.300.

En definitiva, los datos confirman un cambio estructural: el emprendimiento está desplazándose hacia nichos de menor inversión inicial y mayor flexibilidad, mientras las actividades con altos costes fijos o escaso margen continúan en declive.

Envejecimiento y relevo generacional

La otra cara de la moneda son las brechas regionales. Las zonas con menor densidad empresarial y población envejecida continúan perdiendo tejido autónomo.

Por ejemplo, en comunidades como Castilla y León, Extremadura o Asturias, el envejecimiento y la falta de relevo generacional limitan el nacimiento de nuevos negocios.

De igual modo, la baja conectividad digital y logística penaliza el emprendimiento rural y la escasa disponibilidad de servicios de apoyo (asesorías, coworkings, formación) actúa como freno adicional para nuevos emprendedores.

Como resumía Lorenzo Amor, presidente de ATA, hace unos días a raíz de los nuevos tramos de cotización 2026-2028: “El autónomo sigue siendo un activo desgastado, porque muchas de las nuevas altas no son sostenibles si las condiciones no mejoran”.

De este modo, la concentración del crecimiento en tres comunidades muestra que el autoempleo se mantiene vivo, pero solo donde existen políticas estables, entorno favorable y masa crítica para sostenerlo. El reto, de cara a 2026, será extender ese impulso más allá de los grandes núcleos y evitar una España a dos velocidades también en el trabajo por cuenta propia.

 

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