¿Emprendedor yo? ¿Estás loco o qué?

¿Emprendedor yo? ¿Estás loco o qué?
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El título de este post, puede ser la respuesta de un alma ingenua que acaba de pasar por el despacho de sus asesores y le han relatado de forma muy escueta todas las obligaciones burocráticas que tendrá por el hecho de crear una empresita.

Por un lado tenemos las fiscales, que si alta de obligaciones censales, que si la contabilidad, que si la obligación de presentar los libros oficiales, que si los pagos trimestrales de IVA, de IRPF, del pago del Impuesto de Sociedades, etc…

Por otro lado tenemos las obligaciones sociales, que si la inscripción del empresario en la Seguridad Social, la obligación de cotizar mensualmente por los trabajadores e ingresar las cuotas, que si la comunicación de los contratos al INEM, los accidentes de trabajo, las bajas laborales, los salarios de los empleados, los problemas con estos, la obligación de cumplir estrictamente con la Prevención de Riegos Laborales, etc…

Y por último las más novedosas (que realmente no lo son, aunque sí en cuanto a su aplicación), como puede ser la Protección de Datos.

Probablemente muchas de estas almas cándidas, no hayan podido soportar la enumeración de obligaciones completas, y hayan exclamado en el primer punto, un rotundo “¡ya está bien, me has convencido, seguiré como estoy!”. Y ciertamente, es como para comprenderlo, hoy día el empresario tiene dos opciones, o bien se forma en leyes y números, o confía ciegamente en sus asesores.

La presión burocrática y las obligaciones son tantas, que realmente al empresario no le quedan otras opciones que las anteriores, y ninguna de ellas es la más aconsejable, pues si uno tiene un negocio, debe dedicarse a él plenamente, pero por otra parte tampoco puede desconocer cómo se está gestionando su empresa en cuanto a sus obligaciones se refiere, por cuanto él es el único responsable de las mismas ante la Administración Pública.

Por ello, mientras la Administración no levante el pie sobre el pedal de la presión burocrática a las empresas, el emprendedor deberá tener una mente abierta y estar dispuesto a desarrollar su negocio, pero también a aprender como gestionarlo.

Porque he visto grandes trabajadores que han creado empresas con un gran porvenir que finalmente no han podido cimentar por falta de los más mínimos conocimientos de gestión, no sólo en cuanto a sus obligaciones, sino en cuanto a habilidades de dirección.

Imagen | Melodi2

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