Seniority, una resistencia que superar

Seniority, una resistencia que superar
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El pasado martes el director de Relaciones Laborales de la CEOE, José de la Cavada, realizó unas declaraciones en los pasillos del Congreso de los Diputados, tras intervenir en la comisión de Trabajo del Congreso, en las que proponía una modalidad de contrato de inserción para jóvenes sin derechos laborales,

una duración de entre seis meses y un año, sin protección por desempleo y con cuotas empresariales cero.

El resultado final fue que ante las críticas generalizadas que hubo el presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, acabó haciendo unas declaraciones manifestando su oposición a los "contratos basura". Esta cuestión me ha llamado la atención, no por el acontecimiento de actualidad que supone, si no por la percepción atávica de la juventud, que a día de hoy, sigue habiendo en España.

Hace algunos años, Renault realizó una campaña de publicidad para lo que en aquel entonces era el nuevo Clio y el lema de la campaña era el acrónimo JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados). En aquel momento reflejaba una realidad social, la pléyade infinita de recién licenciados, con idiomas, ofimática,... y mejor preparados de lo que nunca se pudo soñar en España y que no gozaban de la oportunidad profesional que por su preparación académica, a priori, merecían. Coincidiendo en el tiempo, quizás con un desfase de poco más de dos años, me encontré trabajando en una multinacional norteamericana y no paraba de sorprenderme como estas organizaciones contextualizan o se adaptan al mercado en el que operan. Hago referencia al caso de recursos humanos. En Boston donde estaba localizada la Corporación, había directivos de unidades de negocio, con apenas 28 años, aquí en España, sus homólogos, el más joven, excedía de 40.

Esto no es un alegato en favor de los jóvenes, que también, pero sobre todo es ver como se desperdicia un activo tan valioso como es la incorporación de talento en las organizaciones que no se contempla como estratégico y se les asignan tareas menores y, salvo casos contados, sin responsabilidad, en lugar, de establecer un plan de inmersión y maximización del talento y conocimiento.

Estas personas disponen de un gran volumen de información teórica acumulada durante sus años de estudios y el empresario del conocimiento práctico acumulado por su experiencia, para que de ese binomio, teoría/sabiduría, surjan sinergias que enriquezcan a ambas partes y beneficien a la organización en su conjunto, es necesario abrir la mente y superar prejuicios (tópicos).

Este planteamiento no deja de ser una entelequia, porque con la tasa de paro juvenil (hasta 30 años) tan elevada que existe en la actualidad, pocos empresarios se plantean contratarlos como para proclamar planteamientos ulteriores de delegación de responsabilidades. Visto el panorama quizás no sea erróneo el planteamiento de las universidades en las que ya imparten asignaturas de promoción e incentivo a la emprendeduría.

En Pymes y Autónomos | Cómo pasar de 100 a 3, ¿Eres invisible a los 30? Imagen | Neeta Lind

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