Si funciona no lo toques, es una de las frases, que como mantras se han repetido a lo largo del tiempo en muchas empresas. Pero el caso es que todo cambia a nuestro alrededor y si nuestra compañía no es capaz de adaptarse más pronto que tarde tendremos problemas. Y es que la empresa española es incapaz de adaptarse a los cambios.
Al menos esto es lo que indica un estudio del Institute for Management (IMD) en su Anuario de Competitividad Mundial 2014, del que se hace eco el Instituto de Estudios Económicos, que valora la capacidad de adaptación a los cambios del mercado, la empresa española aparece en el puesto 50, muy por detrás de países líderes en este aspecto como cambios de mercado Suiza, Dinamarca, Irlanda, Hong Kong, Alemania, Malasia o Estados Unidos.
Lo cierto es que aquello que funcionaba en la empresa hace 10 años no tiene por qué hacerlo actualmente. Y si mantenemos la misma mecánica, los mismos procesos, etc. lo más probable es que poco a poco nuestro negocio vaya languideciendo hasta que los números empiezan a no cuadrar. Más vale detectar en qué está fallando nuestra empresa antes de que sea demasiado tarde.
Es más una cuestión de mentalidad que de cambio radical. De ir detectando oportunidades de negocio y tener la posiblidad de implementar pequeños cambios para aprovecharlas. Estos pequeños cambios sumados a lo largo del tiempo y de forma constante suponen que el camino se recorre de forma constante, pero la empresa evoluciona adaptándose a los cambios.
No es un camino en línea recta, siempre hay cosas que no acaban de funcionar y hay que tener un plan B o volver atrás, pero lo cierto es que es más recuperarse de una mala decisión en un pequeño cambio, que afrontar grandes cambios donde la empresa no se puede permitir fallar, pero tampoco arriesgarse o innovar.
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