La renta básica universal, ¿un problema para los empresarios?

La renta básica universal, ¿un problema para los empresarios?
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Una de las medidas estrella de uno de los partidos con mayor proyección dentro el espectro político español, Podemos, es la implantación de una renta básica universal (RBU), concedida a cualquier ciudadano español por el mero hecho de serlo e independientemente de su situación actual o su desempeño laboral.

No dudo de las buenas intenciones de este partido de reciente creación; la implementación de una RBU en España debería servir para que todos los ciudadanos españoles tengan acceso, por lo menos, a los bienes de primera necesidad. Sin embargo, adolece de una serie de problemas desde el punto de vista económico, y más concretamente desde el punto de vista empresarial, que convendría tener en cuenta.

Huelga decir que la RBU proporciona los recursos básicos de subsistencia a cualquier ciudadano español. Si ciframos esta renta en unos 650 euros mensuales, es más que probable que muchos trabajos, en especial aquellos que requieren una menor cualificación profesional y por tanto un menor salario, se abandonen.

Aumentar los precios o reducir los márgenes

Puesto que el empleado pasa a recibir un ingreso mínimo sin necesidad de trabajar, el empleado puede optar por renunciar a su empleo si considera que no le merece la pena. El empresario, a su vez, debería mejorar de forma sustancial sus condiciones de trabajo para evitar el abandono de su puesto de trabajo, bien sea mediante un aumento de su salario o bien mediante una reducción de su horario de trabajo.

Supongamos que el empresario opta por la primera opción, es decir, mejorar el salario del trabajador de tal manera que éste, merced a sus mayores ingresos, continúa trabajando en la empresa. Si esto ocurre, el empresario tendrá bien que repercutir el sobrecoste sobre el precio del producto o bien que reducir sus márgenes.

Además, a medida que los precios continuasen subiendo, los ciudadanos, atemorizados por las continuas tensiones inflacionistas, exigirían al estado una mayor cuantía de su renta básica que compensase el aumento del nivel general de precios. Esto, a su vez, provocaría que los empresarios tuviesen que aumentar el salario, entrando en una espiral inflacionista de muy difícil salida.

La producción se estancaría

Si, en cambio, el empresario no se puede permitir una mejora de las condiciones laborales de sus empleados o reduce su horario laboral, la empresa, por fuerza, tendría que producir una menor cantidad de producto, empeorando en muchas ocasiones su servicio.

En todo caso, el aumento de costes laborales descrito en el punto anterior, al guardar poca relación con la productividad marginal del empleado, que al fin y al cabo es lo que marca el salario del trabajador, reduciría la productividad del conjunto de la economía, de nuevo provocando una reducción de la producción.

Conclusiones

La RBU, a pesar de tener una buena intención de fondo, no haría sino emprobecernos aún más a todos los ciudadanos por la vía del aumento de tensiones inflacionistas sistemáticas, tanto por el lado del aumento de costes laborales como del aumento de la demanda no compensado por un aumento por el lado de la oferta.

Ello por no hablar de quién financiará esta RBU, cifrada por Podemos en 145.000 millones de euros. En una situación en la que nuestro país no tiene la soberanía monetaria y, por tanto, el gasto público no puede ser financiado vía monetización de moneda, tiene pinta de que esta medida supondrá un aumento impositivo que recaerá sobre empresarios y grandes fortunas, entre otros.

En definitiva, la RBU no es la panacea. Provocaría problemas, y muy graves, sobre las empresas y, por extensión, sobre el conjunto de la economía.

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