Estar ocupado profesionalmente en lo que a uno y como a uno le gusta eso no es trabajar, eso es disfrutar, y todos deberíamos intentar perseguir y conseguir ese anhelo: el de ocuparnos en lo que nos gusta, para no trabajar nunca más.
Dedicar horas y horas a un negocio, el que sea, y dedicar casi una vida entera a él y hacerlo sin la sensación de agobio, de desesperanza o de obligación es un regalo, es una satisfacción tan grande que sólo se puede expresar si realmente se vive y se siente.
No todo el mundo podrá trabajar siempre en lo que le gusta, ni siempre todo el mundo podrá hacer aquello para lo que siente y considera que ha nacido, pero si que todo el mundo debería permitirse el soñar con conseguir acceder a ello.
Siempre digo que muchas empresas están llenas de empleados cascarrabias y gruñones o de directivos malhumorados porque han sido incapaces de enfocar su carrera hacia donde realmente querían, y en ese momento se encuentran en una jaula encerrados (de hojalata en algunos casos y de oro en otros, pero una jaula al fin y al cabo). ¿Y si se permitiesen reinventarse?, ¿Y si se permitiesen disfrutar?
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Imagen | Fernando García Redondo