¿De qué sirve subvencionar la contratación?

¿De qué sirve subvencionar la contratación?
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Independientemente de que toda propuesta para intentar salir de la crisis y rebajar las cifras de desempleo han de ser tenidas en cuenta y analizadas, entiendo que muchas de ellas siguen si tocar el problema de fondo. La inmensa mayoría de estas propuestas optan por incentiar la contratación, muchas en base a subvencionar económica o fiscalmente el hecho de que las empresas contraten a nuevos trabajadores, pero realmente ¿de qué sirve subvencionar la contratación?

La inmensa mayoría de los empresarios manifiestan que no tienen intención de contratar trabajadores este año. Es más, muchos de ellos ni siquiera están seguros de poder mantener a los que tienen o, incluso, de si podrán continuar con su negocio o tendrán que cerrar. Ante esta situación ¿realmente los empresarios van a cambiar de opinión y contratar a más trabajadores a cambio de una subvención o desgravación fiscal?

El foco del problema no hay que ponerlo en los trabajadores sino en los empleadores. Si cada vez el saldo neto de empresas en España se sigue reduciendo los trabajadores tendrán menos sitios en los que trabajar, por tanto lo que se hace necesario no es crear empleo sino crear empleadores.

Volvemos a caer en el problema de siempre, la falta de iniciativa emprendedora de nuestro país. Ese es el auténtico problema, si no se crean empresas sólidas, solventes, con capacidad de crecimiento es imposible absorver los millones de desempleados que tiene España.

Si queremos comer fruta tenemos dos opciones, comprarla o plantar árboles. Comprarla es mucho más rápido y sencillo pero corremos el riesgo de que la fruta sea cada vez más escasa porque puede que cada vez haya menos agricultores. Plantar árboles es más lento, hay que regar, abonar, esperar a que el árbol crezca, incluso algunos se morirán y no darán fruta nunca, pero a largo plazo podremos comer fruta cuando queramos.

No se trata de crear una economía de mentira, como la que vivimos durante la burbuja inmobiliaria donde todo se basaba en construir casas en las que nadie iba a vivir (tenemos casi un millón de viviendas vacías) y que se basaba en un endeudamiento brutal para toda la vida (o sea que se pagaba con un dinero que no existía). Tampoco de vivir eternamente de sectores estacionales como el turismo, que dependiendo de si hay una huelga u otra o si el tiempo es mejor o peor generan mayores o menores beneficios en unos pocos meses para luego vivir el resto del año.

Claro que el tiempo juega en contra porque es urgente reducir la cifra del paro, porque cada uno de los cuatro millones largos de desempleados es un gran problema y hay que trabajar por solucionarlos, pero ahora mismo es imposible pensar en la recolocación de todos estos parados. Porque una buena parte de ellos es necesario que opten por ser empleadores y no empleados y para ello hacen falta políticas activas que fomenten que den el paso y se hagan empresarios.

Sería mucho más efectivo incentivar el autoempleo que la contratación, crear un marco que favorezca la inversión privada en proyectos emprendedores, medidas mucho mejores a las recientemente aprobadas, y sobre todo acabar decididamente con la morosidad de las Administraciones, que provoca despidos y cierres de empresas.

Por supuesto no se trata de crear ordas de emprendedores que dentro de tres o cuatro años tengan que cerrar y vuelva a la situación actual, pero desde luego las opciones para reducir el paro con la situación en la que se encuentras las empresa que ya existen son más bien pocas, o creamos más empresas o las cifras seguirán así o peor.

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