Cuidado con las cenas de empresa que las carga el diablo
Reflexiones

Cuidado con las cenas de empresa que las carga el diablo

Las cenas de empresa es una tradición navideña más. No hay organización que ya sea pagado por la compañía o sean sus empleados los que costeen su cubierto, no se junten para cenar. El problema es que muchas veces esta reunión se nos va de las manos y no acaba de la mejor manera.

Porque la gente está más deshinibida, en una ambiente menos formal y en muchos casos unido a la mezcla con alcohol, la cosa se nos va de las manos. Porque una cosa es estar en una ambiente distendido y otra hacer bromas inapropiadas sobre nuestro jefe, donde todos se ríen menos el propio interesado, por poner un ejemplo.

No todas las empresas son iguales

No todas las empresas, ni todos los jefes son iguales. En algunas es el propio jefe el primero en separar despacho y cena, el que da pie a estas bromas y sabe encajarlas. En otros casos no deja de ser un ambiente distendido, pero en todo caso formal, manteniendo la distancia.

Al final no dejamos de estar cenando con gente con la que pasamos más tiempo que con nuestra propia familia o amigos. Pero sin embargo lo cambia todo el no estar entre las cuatro paredes habituales de nuestro centro de trabajo. Muchas veces nos llevamos sorpresas positivas, porque conocemos mejor a algunos de nuestros compañeros y en otros casos no tan agradables, puesto que vemos comportamientos inapropiados en alguno de ellos.

Un ambiente deshinibido no tiene que dar lugar a mostrar nuestra peor cara

Una mención aparte son las redes sociales y los smartphones, donde ahora es muy fácil dejar testimonio gráfico de una noche así. Y en muchos casos recordarlo pasadas las fiestas en nuestro trabajo. Si hace unos años la cosa se nos iba de las manos, después de las fiestas pocos se acordaban de cómo había acabado. Ahora puede quedar fijado en la memoria de todos de forma perenne.

No solo se trata de un comportamiento más distendido fruto de un ambiente relajado y unas copas. También es un momento en el que se habla de temas que en el trabajo no se tocan, cuestiones políticas o incluso deportivas, pueden hacer que la conversación suba un poco de tono. En todo caso hay que tener en cuenta que al día siguiente tendremos que vernos y seguir trabajando codo con codo con la misma persona que hemos tenido un intercambio de palabras en dicha cena.

¿Y si no puedo, o no quiero ir?

En algunos momentos se han podido vivir momentos duros en la empresa, hemos tenido algún roce con algún compañero y puede que alguien no le apetezca pasar tiempo con estas personas. Lo cierto es que en todo caso es interesante hacer un esfuerzo y acudir, puede ser una forma de limar asperezas y en todo caso no quedar como el Grinch de la empresa.

Si no hemos podido ir siempre es de agradecer interesarnos por cómo lo pasaron los demás. En muchos casos existen circunstancias en las que todo el mundo comprende que no acudamos a una cena de empresa. Si no queremos ir, siempre podemos buscar una buena excusa.

Imagen | Free-Photos

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