Muchas pequeñas empresas aterrizan en las redes sociales casi por obligación. “Hay que estar allí”, se dicen a sí mismas. Y no les falta razón. Se debe estar, pero no de cualquier forma y a cualquier precio. La presencia de una marca en estas plataformas conlleva mucho más. ¿Qué debería suponer para las marcas?
- Escuchar más que hablar. Escuchar a tus clientes, que te pueden enseñar cómo mejorar y dónde poner el acento; a tu competencia, para adelantarte a los movimientos y plantear estrategias; a los consumidores de tu sector, para saber cuál es el camino acertado para continuar.
Enganchar más que vender. Con contenido útil, con una atención personalizada, con información relevante, con transparencia y honestidad como marca.
Atender más que acumular. Sumar y sumar cifras (‘me gusta’, seguidores...), midiendo al peso tiene poco sentido. Entender esos números como ‘frentes’ que atender es, con toda probabilidad, una mejor estrategia.
Fidelizar más que atraer sin más. El foco no debe estar en los que están por venir, sino en los que ya están. Debe estar más en hacer que los que ya llegaron, se queden y no abandonen.
No es sólo el uso de unas herramientas, es algo más. Es un cambio de mentalidad. Y este, a pesar de todo, no siempre sucede.
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