A veces diseño, a veces funcionalidad

A veces diseño, a veces funcionalidad
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Que el packaging es un factor clave en la aceptación de un determinado producto es obvio en muchas ocasiones, como lo es eso de que del mismo modo que los que somos de comer se nos van los ojos con un plato de comida así lo paga la báscula después, y de que manera. Para muchos clientes el envoltorio, el embalaje, es casi o tan y más importante que el producto en sí mismo, es el primer contacto, la percepción, las primeras sensaciones que nos incentivan a adquirirlo.

Pero que el envoltorio sea maravilloso, divino y colorido, puede ser muy útil en muchos casos, pero en otros incluso puede suponer un inconveniente, especialmente cuando para cosas pequeñas se utilizan grandes dimensiones de envoltorio o formas o materiales especiales, todo ello puede hacerlo muy atractivo, pero por una parte puede encarecer el coste el producto y también dificultar su almacenaje.

Por supuesto en algunos casos, todo lo que envuelva al producto en cuestión será en realidad el valor del producto, será aquello por lo que muchos clientes están dispuestos a adquirirlo, por la imagen que se ha generado de ello o por lo que sea, y lógicamente en este caso deberemos ser fieles a lo que demanda el cliente del producto, por mucho coste añadido que esto genere, pues el cliente lo pagará.

Pero en muchos otros casos se tratará tan solo de ser funcionales, nada superfluos, el cliente buscará la función del producto no las florituras que lo acompañan. En este caso y a modo de ejemplo me viene a la cabeza por ejemplo un paquete que me ha llegado recientemente, había comprado un terminal telefónico móvil por Internet, cuando he recibido la cajita me ha sorprendido, pues nadie diría que ahí dentro cabía el terminal, el cargador, la batería y poco más. Funcionalidad pura, para algo en lo que yo en este caso buscaba tan solo eso, funcionalidad.

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