No dudar en remangarse para resolver problemas sólo lo hace un buen jefe

No dudar en remangarse para resolver problemas sólo lo hace un buen jefe
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Imaginen una entidad financiera cualquiera. Media mañana y principios de mes. La sucursal está de bote en bote y la cola empieza a ser interminable. El único trabajador de caja (el otro está de vacaciones) no da abasto. El director de la oficina acaba de concluir una reunión y tiene un claro en la organización de su mañana. Sale de su ‘cueva’ y no duda en despachar para tratar de desbloquear la situación.

Algunas mentes podrán pensar que, en cierta manera, es una ‘deshonra’ para alguien salirse de su despacho para atender a clientes en una tarea que, por su estatus, no le corresponde. Incluso, también lo pensarían muchos de esos jefes en esta situación o en cualquier otra. Pero, la realidad es que esta actitud es la que, a la postre, adopta un buen líder.

El ego de las jerarquías no debe ser el impedimento para que se arrime el hombro cuando sea necesario. La implicación del ‘director de orquesta’ en las tareas más ‘mundanas’ para él en momentos delicados acarrea dos consecuencias directas:

  • La primera y evidente es que se resuelven esos problemas desde la colaboración y el trabajo en el equipo.
  • La segunda y fundamental es que se consigue una mayor implicación y compromiso del equipo. Cuando éste ve que su jefe, en lugar de esconderse en su ‘guarida’, decide remangarse y mancharse las manos para sacar adelante la empresa la motivación para continuar y para dar la cara es mucho mayor

Permitir que los problemas persistan en la empresa por no bajar a la arena a resolverlos es una estupidez. Que un director de un equipo sea el primero en llegar y el último en irse, colabore con proyectos que están atascados, ayude a los empleados cuando éstos se encuentren desbordados sólo refleja la actitud inteligente de un buen líder. No hacerlo sólo hará que las dificultades persistan y que el compromiso de la plantilla, en los momentos de dificultad, no sea el esperado.

Es cierto que cuando la estructura de una empresa tiene una férrea jerarquía, no es fácil adoptar un rol así. Pero ya es hora de que esas disposiciones más verticales que horizontales no sean el obstáculo. No se trata de abandonar las tareas diarias (e importantes) para estar continuamente apagando fuegos, algo que ni es productivo ni recomendable. Sí hablamos de actuar en momentos difíciles, dejando el ego a un lado y empujando como los demás.

En Pymes y Autónomos | ¿Qué ocurre cuando el jefe es el que menos sabe?, Principio para jefes: rodearse de un equipo mediocre desembocará en resultados mediocres Imagen | The US Military Academy

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